3 feb 2010

EL FUTURO DE LAS LIBRERÍAS


Autor: José Antonio Vázquez
Los libreros que quieran continuar en el negocio van a tener que hacer algo más que colocar libros en las estanterías y esperar para venderlos
El cambio en las librerías

Mientras preparaba este reportaje sobre “el futuro de las librerías” -los cambios a los que es más que probable tengan que adaptarse-, han aparecido noticias similares y artículos sobre el mismo tema casi a diario. En realidad, llevamos todo el año con referencias sobre la desaparición o el cierre de librerías, desde los Estados Unidos, Australia, Londres o España. Las razones pueden ser muy diferentes según el tipo de librería del que estemos hablando: la actual crisis, estrategia comercial, pocas ventas, etc. En ningún caso podemos asegurar –y menos en nuestro país- que a día de hoy una librería cierre por la aparición del libro digital –más bien al contrario, al menos en la Red-, a pesar de la irrupción de Amazon y sus superventas navideñas de libros gratis –valga la paradoja-. Todavía.

Muchas declaraciones a favor y en contra del libro digital o del libro de papel no aportan demasiado por obvias, por reiterativas, por caprichosas y en ocasiones por falta de lógica. Tanto a favor de un formato como del otro. Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes con respecto al otro, y serán las generaciones futuras las que terminarán pronunciándose. De manera que decir que los dos formatos convivirán durante mucho tiempo –lo cual es cierto- ya no es añadir mucho. Ni aunque lo diga Umberto Eco en una defensa abierta, legítima y lógica en su experiencia –el papel es lo que conocemos- del libro impreso cuando declara que si tuviera que dejar un mensaje a la humanidad lo haría en un libro de papel, puesto que se sabe que los archivos digitales corren el riesgo de desparecer o deteriorarse por su volatilidad. ¿El papel no?

Sea como fuere, lo importante son los libros y cómo podamos acceder a ellos, dónde comprarlos y de qué manera. El lector no puede hacer más que comprar y leer, también comentar y desear, pero son los agentes comerciales de la cadena de valor del libro los que verdaderamente tienen en las manos cuidar de su negocio debido a los cambios tecnológicos y de hábitos de lectura (y aprendizaje, no nos olvidemos, porque será fundamental). En este caso hablamos de las librerías.

Se oye llover. ¿Viene la tormenta?

Son días también de predicciones sobre el futuro de todo lo que tiene que ver con el sector. No es mi papel, sólo intentaré aplicar la lógica y sacar algunas conclusiones. No habrá “10 predicciones sobre el futuro de las librerías”. Ya se han hecho muchas reflexiones, dado muchas opiniones, algunas más acertadas, otras más arriesgadas, pero lo cierto es que existe un punto de encuentro común: las librerías van a tener que adaptarse de un modo u otro a los cambios que va a traer el libro digital. Puede parecer un punto en común que de tan lógico parezca peregrino, pero si tenemos en cuenta que según el informe sobre “El libro y las nuevas tecnologías. El libro electrónico” (Servicio de Estudios y Documentación. Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas. Ministerio de Cultura, septiembre 2009) todavía sólo el 36,6% de las librerías tienen web propia, entonces ya no nos parece tan absurdo resaltar lo que para muchos es una evidente necesidad, incluso mucho antes del temido libro electrónico.

Borders, Barnes & Noble, Shakespeare and Co. y Crisol –definitivo- han tenido un mismo fin, pero lo único que les une en ese fin es que sus síntomas de declive venían de lejos, de antes del ebook, el ereader, el iPhone y cualesquiera de los fabricantes a los que se les señale como “enemigos” posibles. Ni siquiera hablamos todavía de librerías pequeñas, de barrio. Mientras unos focalizan las causas de sus cierres en cambios estructurales importantes, precisamente dirigidos al nuevo formato digital (Barnes & Noble y su lector Nook), otros sencillamente ven como sus ventas disminuyen porque cada vez dependen más de un solo título, y Amazon es perfecto para ese tipo de ventas. En España muchas librerías también dependen de Zafón, Brown, Largson, para salir adelante, y son El Corte Inglés (y sus variantes) o Carrefour quienes sirven felices la cantidad necesaria de esos títulos (pero también las papelerías que sólo venden tres libros, esos tres libros). En Francia no siempre dependen tanto de ese pico de ventas de bestsellers, y muchas editoriales, como librerías especializadas, viven del goteo de sus títulos de fondo. Cada caso y lugar tiene su explicación.

Cadenas y grandes superficies y agentes nuevos

Hace un mes, la Asociación de libreros estadounidenses (American Booksellers Association) publicó una carta abierta al Departamento de Justicia para pedir alguna regulación que impida que Amazon, Target o Wal-Mart vendan libros, sobre todo bestsellers, a menos de 10 dólares. Hablamos todavía de libros en papel. Esto supone hoy muchas más pérdidas que la aparición del libro electrónico. En España al menos tenemos el precio fijo, pero en papel. En digital es otra cosa, porque el precio dependerá de qué tipo de libro hablemos, si tiene valor añadido, vídeo, hipervínculos, música, actualizaciones, etc., y fijar un precio en un formato con tantas posibilidades es casi imposible. Quizá eso sólo fuera posible con un formato estándar, el texto tal cual volcado al formato digital, sin ningún tipo de interconexión o hipervínculo.

El problema viene de lejos: las grandes superficies acaparan mucho mercado, sobre todo el de los superventas. La solución -también lógica- que se viene dando desde entonces y de manera reiterada, aun antes de la aparición del ebook, es que las librerías pequeñas deben especializarse, bien sea por temática, género, formato, etc. Ya en el Liber del 2005, Francisco Martínez, presidente de la Agrupación de Distribuidores de Libros y Ediciones, resumía que las librerías medianas debían tratar de evitar ser una réplica en pequeño de la gran superficie, con los bestsellers bien destacados, para pasar a ofrecer esos “libros inencontrables”. A diario comprobamos que es una posición difícil para los libreros y que no todos siguen ese consejo. Es lógico que las pequeñas y medianas quieran su cupo de ventas de Largson y Zafón; aunque sin diferenciación, sin defender tanto un escaparate como un espacio propios, esta actitud tiene algo de suicida. Quienes sólo leen el “libro del año” acudirán a Amazon o a la gran superficie. También es cierto que hoy algunas librerías ya apuestan sólo por los cuentos, otras por el bolsillo, por la fotografía, la novela negra, erótica, y así se van abriendo opciones para encontrar un lugar y oferta concreta y diferente. Para la entrada en juego de lo digital las soluciones que se dan son similares  a las que ya se daban ante la competencia con las grandes cadenas.

1 comentario:

Museo Chervo dijo...

Creo que el cambio se va dando de a poco, pero el placer y la disteción de poder leer un libro en papel, creo que nunca podra ser sustituido. Igual me parece que no hay que olvidarse que no toda la sociedad posee el alcanze a la tecnologia. Será un cambio que llevará años y todo eso depende de nosotros y la aceptación de la tecnología para consumir la lectura.