29 dic 2010

LA BIBLIOTECA DE LA ALHAMBRA


22 dic 2010

EL QUIJOTE EN YOU TUBE


17 dic 2010

Aportes preliminares para el estudio de la Bibliotecología y Ciencias de la Información


DEVOLVIÓ LIBRO TRAS 74 AÑOS DE RETRASO


13 dic 2010

12 dic 2010

DIA NACIONAL DEL TANGO -Argentina-


10 dic 2010

LA LITERATURA DEL BICENTENARIO (I)


6 dic 2010

CLAVE CIRCO


1 dic 2010

Doscientos años de textos escolares en la escuela argentina


El lunes 15 de noviembre la Biblioteca Nacional de Maestros presentó a la comunidad educativa la exposición “Doscientos años de textos escolares en la escuela argentina“, ubicada en el Salón Alfredo Bravo del Ministerio de Educación de la Nación. En la muestra se expone el valioso patrimonio histórico de los libros de lectura y textos escolares que se utilizaron en la escuela argentina, en especial en el nivel primario y en algunos casos del nivel secundario. De este modo, se realiza un recorrido que se remonta a los años de la Revolución de Mayo y llega hasta nuestros días.
Al transitar por la exposición cada panel focaliza su lectura en temas como la imagen del hombre y la mujer, los métodos en la enseñanza de la lectura, la educación para la ciudadanía, la vida familiar, la ecología, los símbolos y los hombres de la patria, entre otros. El recorrido se complementa con dos espacios: uno dedicado a la formación y consolidación del magisterio, exponiendo obras relevantes que acompañaron el proceso de modernización de la educación hasta la profesionalización de la docencia en los años treinta, y otro, a la educación intercultural bilingüe exponiendo imágenes y textos escolares.
Graciela Perrone, directora de la biblioteca, explicó que la muestra "jerarquizaba al libro escolar como puerta al conocimiento y libertad de pensamiento en los diferentes momentos de la escolarización argentina" y subrayó que era una muestra realizada por la gente de la BNM para que toda la comunidad educativa pudiera sentir emociones y generar nuevas ideas desde aquellas forjadas en nuestro pasado educativo.

Las visitas pueden realizarse de lunes a viernes de 9 a 20 horas y los sábados de 9 a 13 horas en Montevideo 950, Buenos Aires, con entrada libre y gratuita: bnmmedar@me.gov.ar

[Fuente: Eugenia Viña]
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LOS LIBROS INFANTILES


Pasado y futuro de las bibliotecas


De los templos sumerios a Internet, los depósitos de libros constituyen unas herramientas esenciales de la enseñanza y la cultura
Fue Francis Bacon, uno de los fundadores del método científico en los siglos XVI-XVII, quien puso en palabras un concepto que hoy nos parece obvio: «El conocimiento es poder». Y por ello, la biblioteca, como depósito de conocimiento de fácil acceso, es parte esencial del concepto del poder ejercido por toda la población consustancial a lo que consideramos que debe ser la democracia.
Las bibliotecas tienen una imponente historia de al menos cinco mil años, desde la 'Casa de las tablillas' del templo de Nippur (hoy Nuffar, en Irak), la más antigua encontrada, hasta hoy. Allí se guardaban más de 2.000 tablillas de cerámica de escritura cuneiforme sumeria, algunas datadas alrededor del año 3000 a.C. Esta biblioteca no guardaba solo textos sagrados o administrativos. En sus libros/tablilla encontramos poemas épicos e historias míticas que luego hallamos reescritas en el Antiguo Testamento.
En el siglo VII a.C., el legendario monarca asirio Asurbanipal hizo reunir y organizar una colección de la cual se conservan más de 20.000 tablillas y fragmentos. Esta gigantesca colección, conservada en su palacio y en el de su abuelo, fue la primera biblioteca con una organización sistemática y es hoy en día una de las fuentes más ricas para el conocimiento de la historia, el arte, la ciencia y la religión de la antigua Mesopotamia.
Fue a partir del siglo V a.C. cuando aparecieron las bibliotecas personales en la Grecia clásica, merced a coleccionistas como Pisístrato, tirano de Atenas, el geómetra Euclides, el poeta Eurípides y el filósofo Aristóteles. Aristóteles estaba destinado a jugar un papel singular en la historia de las colecciones de libros. En el 343 a.C., Filipo II de Macedonia lo llamó para que dejara su natal Estagira y trabajara como tutor de su joven heredero, Alejandro, para lo cual el filósofo fue nombrado director de la Real Academia de Macedonia. Allí, además de instruir al que sería poco después Alejandro Magno, tuvo como alumno a Ptolomeo Soter, que sería uno de sus principales generales.
A la muerte de Alejandro, Ptolomeo se hizo con la corona de Egipto, llevando consigo los restos del conquistador Macedonio desde Babilonia hasta Alejandría, en Egipto. Allí, Ptolomeo encargó a Demetrio de Falerón, también discípulo de Aristóteles, la organización de la legendaria Biblioteca de Alejandría y su adjunto Musaeum (donde trabajarían numerosos sabios, entre ellos Hipatia, que recientemente inspiró a un personaje cinematográfico). La riqueza de Egipto se puso al servicio de enviados de Ptolomeo que recorrieron el mundo conocido comprando o mandando hacer copias de todos los textos guardados en bibliotecas, templos y palacios.
Mientras tanto, en Roma, Julio César soñó una biblioteca pública que nunca pudo construir, pero sí lo hizo su sucesor, César Augusto. La más famosa biblioteca pública, la Bibliotheca Ulpia, fue fundada por Trajano en el 114 de nuestra era, que llegó a contener 40.000 pergaminos. Eran comunes, además las bibliotecas privadas que certificaban la importancia que daban los romanos a saber leer y escribir aunque, en algún caso y según acusación de Séneca que bien podría hacerse hoy, a veces eran simple ostentación de romanos ricos.
En los siglos VIII y IX toca a la cultura islámica conservar y ampliar la idea de la biblioteca en todos los dominios musulmanes. Para el siglo X, la mayor biblioteca del mundo islámico, con entre 400.000 y 600.000 volúmenes, se encontraba en Córdoba, la capital de Al-Andalus. El mundo islámico ilustrado también tuvo bibliotecas públicas como la 'Sala de la sabiduría' de Bagdad.
Esta conservación de los libros clásicos por parte del Islam ilustrado fue esencial para el renacimiento de la cultura europea después del oscurantismo. Las bibliotecas europeas, primero patrimonio de los monasterios y la realeza, poco a poco se trasladan a las universidades, y la invención de la imprenta de tipos movibles de Gutemberg en 1450, se hace posible llevar los libros a más gente.
Entre los años 1600 y 1700, el interés por las bibliotecas alcanza cotas nunca antes registradas. El fácil acceso a los libros hace además posible instituir de modo definitivo la biblioteca pública, esa escuela gratuita, que nace en Inglaterra al crearse la biblioteca Francis Trigge en Lincolnshire, mientras que en España se funda la Biblioteca Real, antecesora de la Biblioteca Nacional de España.

La biblioteca pública
Pero es hasta 1850 cuando el Parlamento británico, en una acción sin precedentes, ordena que todas las ciudades de 10.000 personas o más paguen un impuesto para apoyar las bibliotecas públicas. Mientras tanto, en Estados Unidos, el impresor y polígrafo Benjamin Franklin instituía la primera que prestaba libros al público.
Hoy, cuando Internet se ha convertido en la mayor biblioteca pública de acceso gratuito que pudiera haber imaginado cualquier bibliotecario del pasado, quizá la vanguardia la lleva la 'Bibliotheca Alexandrina', la nueva de Alejandría creada por el gobierno egipcio, la Universidad de Alejandría y la Unesco, como un centro de investigación que reúne capacidad para varios millones de volúmenes físicos, un archivo de Internet, librerías y museos especializados, un planetario, etc... Un lugar para el pasado y el futuro de la biblioteca, institución esencial para las culturas humanas.

29 nov 2010

LA NUEVA CARA DE LA BIBLIOTECA



Ángela Ávalos R. aavalos@nacion.com 05:03 p.m. 19/11/2010

A Jéssica Calderón le pasaba las mías cuando, de pequeña, debía ir a la biblioteca: “Yo solo iba para hacer trabajos del cole, porque el lugar me parecía cansado y aburrido”, comentó.
En mi caso, conocí una biblioteca hasta que entré al colegio y conservo la imagen de un sitio al que había que entrar con la boca sellada para no hacer ruido (¡qué difícil imponerle eso a una adolescente!). ¡Shhhhhh! era la regla en Tibás, la misma que Jéssica tuvo que respetar en Palmares, donde estudió.
Recuerdo a la bibliotecóloga salir de entre los estantes llenos de libros viejos con su figura rígida y su andar pausado.
Por eso, cuando Olga Rodríguez me habló de la intención de transformar las bibliotecas públicas del país en lugares de interacción entre las diferentes generaciones, y en sitios donde las nuevas tecnologías se abrieran espacio sin acabar con la insustituible experiencia de tocar un libro, pensé: “Tengo que ver esto”.
La verdad es que todavía funcionan bibliotecas públicas que más parecen enormes mausoleos blancos, enos de libros pero vacíos de gente.
En muchos centros de enseñanza de primaria y secundaria, las bibliotecas han cedido su espacio a modernos centros de cómputo.
Parece inevitable: con la llegada de Internet y las nuevas tecnologías de la información, este tipo de servicios se han enfrentado al reto de modernizarse o morir, tragados por el ciberespacio y el mar de datos que circulan en la red de redes.
Bibliotecas mundialmente famosas y emblemáticas como la del Congreso de los Estados Unidos, la del Museo Británico o la Biblioteca Nacional de Francia, han invertido sumas millonarias en un proceso en que le llevan años luz de distancia a nuestro país.
Olga Rodríguez, directora del Sistema Nacional de Bibliotecas (Sinabi), asegura que ya varias de las 57 bibliotecas públicas están probando con éxito la digitalización de su colección bibliográfica y la incorporación de nuevos servicios para usuarios cada vez más exigentes.
De San José a Palmares
Me contaron sobre el caso de Palmares. Ahí funciona una biblioteca que cumple bastante bien con el perfil que el Sinabi quiere esparcir por el resto del sistema, con el apoyo del Ministerio de Cultura.
“Se llena de bebés ávidos por cuentos cada mañana; y de escolares y colegiales que aprenden y se entretienen con Internet apenas salen de clases”, me dijeron. Así que emprendí el viaje.
Fue justamente en la biblioteca pública de Palmares donde conocí a Jéssica Calderón y a Valentina, su pequeña de tres años y seis meses de edad.
Llegaron poco antes de las 10 de la mañana y, junto a un nutrido grupo de mamás con sus pequeños, aguardaban la hora de la lectura en un programa que la biblioteca palmareña llamó ‘Leer desde mis primeros pasos’.
La sala de lectura estaba repleta de mamás con sus bebés, con edades entre uno y cuatro años. ¡Qué jolgorio aquel! Lo dicho por Olga Rodríguez estaba cobrando forma en la biblioteca pública de una comunidad ubicada a hora y media de la capital.
Cuenta Xinia Méndez, la nueva directora, que todos los días, de 9 a.m. a 11 a.m., varios grupos de niños se turnan a la maestra de preescolar Karen Rojas Solórzano para que les cuente cuentos, les cante canciones y los ponga a escuchar música durante una hora de sesión.
Cien menores participan actualmente en este programa y otro tanto está en lista de espera.
Se trata de una forma de fomentar el gusto por la lectura desde edades tempranas, un proyecto que el Sinabi planea reforzar en el resto del país y que incluirá, entre otras cosas, la primera encuesta nacional para medir el nivel de lectura de los costarricenses, el próximo año.
Hasta ahora, no existe en el país un estudio con indicadores oficiales sobre cuánto se lee en Costa Rica.
La carencia es enorme si usted toma en cuenta que en nuestro país el 99,3% de la población sabe leer y escribir; hay más de 4.547 centros educativos, y funcionan 50 editoriales, 200 librerías y 1.500 unidades de información, de acuerdo con un documento facilitado por la Cámara Nacional del Libro.
Una investigación de agosto del 2000, del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo), de la Universidad Nacional (UNA), halló que solo el 3% de la gente considera importante inculcar el hábito de la lectura.
El mismo estudio revela que casi el 60% de la gente nunca lee libros de ciencia ficción, acción, suspenso o terror; el 23% nunca lee revistas; el 20% no lee sobre ciencia y el 4% no lee periódicos.
Mientras se encuentran las cifras oficiales que dibujen el perfil del lector tico, Jéssica y Valentina ya tienen apartada en su agenda la visita diaria a la biblioteca de Palmares.
“Vale ha aprendido a ser más independiente, a comunicarse mejor, a ser más disciplinada y a socializar con otros niños de su edad. Jamás me pasó por la cabeza que yo pudiera estar así”, dijo.
Es cierto. La observamos sentada en el piso, con Valentina en los regazos, leyéndole un libro de animales. La niña miraba cada imagen y repetía las palabras que su mamá le decía.
“Cuando lleguen a la escuela, la lectura no va a ser algo chocante e impuesto. Los libros serán para ellos como un juguete para disfrutar”, explicó un rato después la niña Karen, quien no deja de agradecer la oportunidad de convertirse en motor de ese cambio.
En la otra sala
La biblioteca de Palmares se está haciendo pequeña para todo lo que llegan a hacer los lugareños. El Ministerio de Ciencia y Tecnología (Micit) instaló ahí uno de los 279 Centros Comunitarios Inteligentes (Cecis) del país, y de este se aprovechan los chiquillos al salir de la escuela o el colegio.
Un grupo grande, recién salido de la clase de Educación Física, llegó en busca de alguna de las seis computadoras de uso libre y gratuito del Ceci de Palmares. A sus espaldas, la bibliotecóloga Ana Julia Hernández los guía: “La tecnología es muy importante, pero ¿qué hacen los chiquillos si se pierden en el mar de información?”.
Ana Julia tiene 21 años de trabajar en bibliotecas y es testigo de su transformación. “Debemos adaptarnos. Las computadoras tienen que convivir con el libro, que nunca va a desaparecer”, pronostica.
Es una biblioteca con un ruido ordenado y respetuoso. En la sala infantil, los bebés viven su bullicioso proceso de enamoramiento del libro; en el Ceci, los escolares navegan en Internet, y en la tradicional sala de lectura, un grupo de estudiantes universitarios busca información en otra terminal de computadora.
En Palmares, hasta los adultos mayores tienen dos computadoras, con pantalla gigante por aquello de los problemas visuales que llegan con la edad.
Un programa similar con bebés funciona en la biblioteca pública de Goicoechea, en San José, y más de 200 niños menores de cinco años están inscritos.
En la mira del Sinabi están otros centros como el de Puntarenas, Sarchí, San Pedro de Poás y Naranjo. Olga Rodríguez dijo que, a partir del 2011, serán reforzados con programas similares.
Libre de límites
Lo de la “biblioteca sin paredes” nació cuando Rodríguez escuchó hablar del hospital sin paredes, una idea del doctor Guillermo Ortiz Guier (q.d.D.g.).
“Lo llamé y le pedí permiso de usar el mismo término para un proyecto que, por ahora, funciona en Palmares”, explicó la funcionaria del Sinabi.
En ese cantón alajuelense hay un barrio llamado La Cocaleca. Su nombre, según explica José Manuel Solórzano, de 12 años, proviene de una yegua, una que servía de punto de referencia para dar direcciones, pues pasaba la mayor parte del tiempo amarrada a un poste de la pulpería. Allí, en La Cocaleca, es donde funciona la biblioteca sin paredes.
Funciona en una escuela pequeña, con apenas 170 estudiantes y un edificio bastante ajustado; por eso, no dispone de lugar para instalar una biblioteca.
Desde el centro de Palmares, dos veces al año, la bibliotecóloga visita la escuelita para dejar 60 libros que, en poco tiempo, son devorados con avidez por los alumnos.
Esta es la llamada biblioteca sin paredes que el Sinabi también quiere llevar a otras partes del país donde, por falta de medios o de personal, es imposible levantar un edificio.
Es parte de la iniciativa que busca acercar el libro, la información y el conocimiento a la población que aún no tiene posibilidades de acceso a una computadora o a quienes, teniéndola, se ven en dificultades para seleccionar la información.
En el ciberespacio
Sin paredes también es el proyecto de la Biblioteca Nacional, en San José. Está a cargo de Laura Rodríguez, bibliotecóloga especialista en informática.
Lo invito a visitar la dirección www.sinabi.go.cr y echarle un vistazo a un portal creado hace año y medio para poner al alcance de todo el mundo –literalmente– los tesoros de la Biblioteca Nacional y de la cultura costarricense. Es la biblioteca virtual de la cual se habla tanto.
Hice la prueba y pude leer un libro de 1909, con vistas de la Costa Rica de entonces, en que se observa la villa de San José, con sus casas de adobe y el majestuoso y recién estrenado Teatro Nacional. ¡Maravilloso!
Navegué por la versión de 1936 de Los Cuentos de mi Tía Panchita, de la escritora Carmen Lyra, ilustrada por Juan Manuel Sánchez. A María Isabel Carvajal –nombre real de la escritora– la vi, por cierto, en un video de una marcha de mujeres, también en ese mismo portal.
La Biblioteca Nacional tiene un fondo documental de 700.000 volúmenes y 21 computadoras que son consultados, diariamente, por 200 personas (investigadores y estudiantes, principalmente), según datos ofrecidos por Yamileth Solano, su directora.
El sitio logró incorporar digitalmente 14.000 documentos; entre ellos, los primeros 60 libros impresos en Costa Rica entre 1800 y 1850. Ha tenido más de 750.000 visitas, de 93 países.
“Debemos llegar a los usuarios a través de las nuevas tecnologías”, sostiene Yamileth Solano. Laura, entusiasta como es con su proyecto del portal, insiste en que se trata de una plataforma de servicios de información y de gestión del conocimiento.
“La información está por todo lado, pero hay que desarrollar contenidos y gestionar el conocimiento con portales donde la gente encuentre, en un mismo sitio, exhibiciones virtuales, diccionarios biográficos, buscadores integrales y el catálogo, que no puede faltar”, añade.
¿Cómo vamos a hacer que esto llegue al público? Queremos convertirnos en promotores de la lectura y debemos trabajar con la comunidad: con la municipalidad, la asociación, la escuela”, prometió Olga
Todo sugiere que la famosa, esperada y prometida fonoteca, cobrará forma pronto. Olga está de visita en México, observando la experiencia en una de las mejores fonotecas a ver si, por fin, Costa Rica puede dar el ansiado paso de guardar la memoria oral de nuestro pueblo.
Si logran hacer que el resto de las bibliotecas incorporen, al menos, una parte de lo que se está haciendo en Palmares, no cabe duda de que las bibliotecas ticas ya no serán más ese recinto aburrido y de letras casi muertas.
Cobrarán vida y tendrán una nueva cara, moderna y más humana, junto al barullo de los bebés y el teclear de las compus de los estudiantes.
Un reto enorme, sin duda. Está por verse si se cumple.
FUENTE

15 nov 2010

LA MAGIA DE LAS BIBLIOTECAS


MARTÍN FIERRO


La tradición es el conjunto de costumbres, creencias y relatos de un pueblo, que se van transmitiendo de padres a hijos. Cada generación recibe el legado de las que la anteceden y colabora aportando lo suyo para las futuras. Así es que la tradición de una nación constituye su cultura popular y se forja de las costumbres de cada región.
El conjunto de las tradiciones de un pueblo está integrado por festividades religiosas, ritos indígenas relacionados con las leyes de la naturaleza, supersticiones, cánticos, bailes, vestimentas, juegos, músicas, comidas...
El Día de la Tradición se celebra el 10 de noviembre en conmemoración del natalicio del poeta José Hernández, autor del libro "Martín Fierro", máximo exponente de la literatura argentina.

EL MARTIN FIERRO

Es la obra representativa de la literatura gauchesca. Fue escrita por José Hernández entre 1870 y 1872.
Hernández nació el 10 de noviembre de 1834 en la chacra Pueyrredón del Partido de General San Martín (hoy Villa Billinghurst).
Su madre era Isabel Pueyrredón y su padre Rafael Hernández. Por razones de salud, José tuvo que abandonar sus estudios en el Colegio Pedro Sánchez e irse a vivir al campo.
En el Martín Fierro, por primera vez un escritor aborda la temática gauchesca desde un punto de vista social. Hernández lo hace desde su propio conocimiento, porque en el campo, desde chico, realizaba todas las tareas propias del gaucho.
Comenzó a escribir el libro durante su exilio político en Brasil (en 1870) y recién fue publicado dos años después, tras imprimirse en la Imprenta de la Pampa. Se realizaron once ediciones, con una venta de 48.000 ejemplares.
La zaga de la historia, "La vuelta de Martín Fierro" fue presentada por la Librería del Plata siete años después, con una primera edición de 20.000 ejemplares.
El poema del Martín Fierro está escrito en estrofas de seis versos octosílabos, en el que el gaucho Martín Fierro cuenta sus pesares y miserias luego que es detenido y llevado a la frontera a trabajar en los fortines. Cuando regresa encuentra totalmente destruido su hogar y mata a un hombre, por lo cual se convierte en un gaucho "matrero" perseguido por la ley. Entonces se refugia entre los indios acompañado por su amigo Cruz.
Fue tal la identificación de Hernández con su obra que la gente lo llamaba Martín Fierro, y él mismo firmaba con ese nombre en algunas oportunidades. En el año 1965, la chacra en donde nació Hernández fue declarada lugar histórico, y funciona allí un museo (ruta 8, km. 15. Partido de San Martín).

EL TRABAJO DEL GAUCHO

Doma: trabajo de amansar potros salvajes convirtiéndolos en animales domésticos.
Yerra: es la marcación del ganado con un hierro caliente al rojo vivo. Se ataba a los animales y se los sujeta hasta marcarlos con una insignia representativa del establecimiento al que pertenecen, para poder diferenciarlo del ganado ajeno.
Manga: es una especie de pasillo contiguo al corral por donde el animal entra sin espacio para moverse. Así es fácil marcarlo, y vacunarlo, sin necesidad de sujetarlo y atarlo.
Esquila: es la actividad de pelar al ganado ovino (ovejas) para convertir los vellones en lana.
Carreras cuadreras y de sortija: Son competencias ecuestres que se realizan en las fiestas. Las últimas requieren cierta habilidad para tomar la sortija en pleno galope del animal.
Pulpería: era el lugar de reunión y divertimento del gaucho (el bar o el pub de ahora). En estos pequeños comercios se vendía aceite, yerba, grasa, vino, caña, cigarros, velas y demás cosas. Allí los gauchos pasaban horas tocando la guitarra, payando, jugando al truco y a la taba. Las payadas eran contrapuntos de versos entre gauchos, en los que cada uno le contestaba al otro. La taba era un juego de azar que se realizaba con un hueso de la pata de la vaca llamado astrágalo. Se arrojaba y ganaba el que acertaba la cara que caía (algo similar al "cara o ceca")

LA VESTIMENTA
La vestimenta en la Argentina tiene variadas expresiones debido, entre otras cosas, a los diferentes climas y regiones.
Guardamontes: son cueros o lonas que cubren las piernas de los gauchos del norte, para evitar lastimarse cuando andan a caballo entre la vegetación llena de espinas y asperezas.
Sombreros de paja: se utilizan en la zona de Corrientes y Misiones para protegerse del sol.
Rastra: son cinturones cubiertos de monedas de plata que lucen los gauchos en las fiestas.
Poncho: es una especie de manta con un agujero en el medio por donde se pasa la cabeza.
Los hay de diferentes telas y colores (en Salta por ejemplo son rojos con guardas negras y en La Rioja son de lana color natural).
En las disputas entre gauchos, revoleaban el poncho como señal de invitación a la pelea.
Bombachas batarazas: son pantalones pinzados de tela liviana que usa el hombre de campo. Anchas arriba y angostas a la altura de los tobillos, terminan en una especie de puño con botón.
FUENTE

9 nov 2010

Nueva Ortografía de la Lengua Española


Que la ortografía es un ente mutante lo ilustra bien el hecho de que, en 1741, la primera edición lanzada por la Real Academia Española apenas 30 años después de su fundación se titulaba Orthographía. Por otro lado, que la disciplina que rige la correcta escritura es un asunto sensible para mucha gente lo demuestra la polémica que se desató cuando en 1815 se eliminó la "h" de la palabra "Christo". Por eso, Salvador Gutiérrez Ordóñez, coordinador de la nueva Ortografía académica que publicará Espasa antes de Navidad, evita usar incluso la palabra reforma. No digamos ya revolución.
Pero más que la susceptibilidad de hablantes que se han acostumbrado a guión o quorum como otros se habían acostumbrado antes a obscuridad o Christo, lo decisivo es que, mucho más que el diccionario o la gramática, la ortografía constituye la mayor garantía de unidad del idioma: "En la inmensa extensión del mundo hispanohablante, el español presenta variedades fónicas y léxicas. Sin embargo, comparte unas mismas normas ortográficas. Por eso podemos leer a Rulfo y a Delibes como si tuvieran una misma voz". Puede que la palabra manejar no signifique lo mismo en España y en América, pero en las dos orillas se escribe exactamente igual.

Según su responsable, la nueva obra trata de ser razonada y exhaustiva -tendrá 800 páginas, casi cuatro veces más que la última, de 1999-, pero también simple y legible. Y sobre todo "coherente" con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico perseguido por la comisión que ha representado a las 22 Academias de la Lengua Española de todo el mundo. El miércoles pasado, esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (La Rioja), echó el cierre a la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el próximo día 28 en la Feria del Libro de Guadalajara (México), Gutiérrez Ordóñez, sentado en la biblioteca donada a la RAE por Dámaso Alonso, repasa una obra que en unos casos "legisla" y en otros solo "orienta", pero que, pese a la sorpresa que puedan provocar algunas de sus "innovaciones", tiene cuatro pilares: "El uso, las autoridades (es decir, la literatura), la evolución de la lengua y la coherencia gramatical". Nada que ver con la incendiaria propuesta de García Márquez de jubilar la ortografía, "terror del ser humano desde la cuna". La ge y la jota siguen ahí; las haches rupestres, también. Algunas cosas, sin embargo, cambian.

- La i griega se llamará ye. Cosas del panhispanismo: América pierde la be alta y España, la i griega. Hasta ahora, algunas letras del alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para la v; uve doble, ve doble o doble ve para la w; i griega o ye para la letra y. La nueva Ortografía propone un solo nombre -"sin apellidos"- para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo), de ahí su nuevo nombre, frecuente en muchos países de América: "También decimos yeísmo". Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.

- Ch y ll ya no son letras. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, "signos ortográficos de dos letras". Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, las letras del abecedario pasan a ser 27.

- Solo en casa, ambiguo pero sin tilde. Hasta ahora, el acento gráfico indicaba la diferencia de uso de formas como este y solo. Pero ya desde 1959 las normas ortográficas limitaban la "obligatoriedad del acento gráfico" a las situaciones de posible am bigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré sólo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que "esos casos son muy poco frecuentes y se resuelven fácilmente por el contexto", la nueva Ortografía indica que "se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos". Eso sí, no se "condena" su uso si alguien utiliza la tilde. La RAE, no obstante, lleva ya décadas predicando con el ejemplo y, desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde en ninguno de esos casos. Desde hace algunas semanas, este periódico tampoco.

- Un guion puede tener un goya, pero no una tilde. De los 450 millones de hablantes del español, unos pronuncian como diptongo lo que para otros funciona como hiato, por eso la RAE permitía la escritura con tilde a "aquellas personas que percibieran la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, se pronuncien como se pronuncien, deben escribirse siempre sin tilde.
- 4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva, entre tanto, no ha perdido de vista los ordenadores. Hasta ahora, la conjunción "o" se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Sin embargo, los teclados de las computadoras han eliminado el peligro de confundir la letra o con la cifra cero. Y donde no hay peligro no hay señal de peligro.

- Gran premio de Catar. Aunque no siempre lo fue, como recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/: "En nuestro sistema de escritura, la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior? Deberá hacerlo como si se tratase de "extranjerismos crudos": quorum, en cursiva y sin tilde. Los nombres propios, sin embargo, quedan excluidos. Llegará, pues, el día en que leer Qatar sea como leer London.
- La ex del golfo de México. Dadas las continuas dudas que provoca la colocación de las mayúsculas, la nueva Ortografía ha optado por un criterio claro: "Se eliminan de los términos genéricos que se anteponen a los nombres propios (golfo de México, calle Felipe IV)". Además, la partícula ex se homologa al resto de prefijos, es decir, "se escribirán unidos a la base cuando sea una palabra simple (exmarido, antisocial, proamericano)" y separados cuando "afectan a bases léxicas compuestas (ex capitán general, pro derechos humanos)".

FE DE ERRORES

La nueva Ortografía de la RAE recomienda no poner tilde a "solo", pero no considera falta ponérsela cuando es adverbio. En la sección de Cultura se publicaba ayer que únicamente se admitía la tilde cuando pudiera confundirse con el "solo" adjetivo.

"SI LOS LIBROS DE PAPEL SE MUEREN, SERÁ MUY DESPACIO"

BLANCA TORQUEMADA

Paul Holdengraber es director de programas de la Biblioteca Pública de Nueva York

Se define como «agitador de lectura».

-Sí. Cuando llegué a la biblioteca, hace cinco años, me pidieron que la oxigenara. «Ya sabes -me dijo el presidente-, tenemos dos leones ante el edificio. ¡Quiero que rujan!». Y me empeñé en que una institución con tanto peso, con 52 millones de libros, sirva a la gente para cambiar su vida.

-Desde entonces no es una biblioteca al uso.

-Porque invito a casi todo el mundo. En estos días a Angela Davis y Toni Morrison, a Keith Richards de los Rolling Stones... Y también han pasado por aquí escritores españoles como Javier Marías o Antonio Muñoz Molina.

-¿Son tertulias a lo grande?

-Lo que quiero es que la palabra cambie a la gente. ¡Tú no te puedes hacer cosquillas a ti mismo! Pasamos un tiempo infernal delante de un ordenador y necesitamos tener conversaciones de tú a tú donde se puedan palpar la ironía y las sutilezas.

-¿Más españoles han toreado en su ruedo?

-Ferran Adrià. Y disfrutó mucho. Lo único malo es que en esa ocasión me invitó a su restaurante y dos meses después ya no había restaurante.

-¿Son necesarios estos «happenings» para que las bibliotecas no mueran en la era digital?

-Es verdad que la gente ya no lee de la misma manera. Pero yo digo que el mundo digital y el de papel pueden vivir juntos. Y muy bien.

-¿Hasta cuándo? La evolución es vertiginosa.

-A quien me habla de esto le recuerdo lo que dijo Paul Valéry: que el futuro ya no es lo que era. ¡Cambia siempre! Lo que nunca va a cambiar es la pasión de saber, porque es muy excitante, casi un afrodisiaco. Para mí, leer es una pasión privada, pero yo hago que durante un rato se haga pública. Así cuando Norman Mailer estuvo aquí con Günter Grass (fue la última vez que Mailer habló en público) la gente vino y después se fue a su casa a leerlo. Y escuchar al escritor cambia en buena medida la experiencia que tienes de sus libros.

-Encuentros con los autores aparte, leer en una biblioteca también es de por sí diferente.

-Naturalmente. Porque leemos en un espacio. Proust dijo en su ensayo «Sobre la lectura» que el libro es importante, pero el sitio donde lees también. Y como le molestaba tanto que su madre le interrumpiera con «¡Marcel, a comer!», decidió leer cuando todos estaban durmiendo. Y en un espacio público como una biblioteca también cambia la experiencia. «Oyes» a otras personas leyendo.

-¿Los e-books (libros electrónicos) están ya zampándose a los de papel en Estados Unidos?

-Ya Amazon vende más e-books que libros, pero creo que el futuro no hace que lo importante desaparezca. Yo soy un poco un dinosaurio y me gusta la experiencia táctil de los libros, tocarlos. Y hay negocios editoriales que desaparecen, pero otros crecen. Recibo cincuenta libros nuevos al día. Si los libros de papel se mueren, será muy despacio.

-Pero las bibliotecas pueden terminar convirtiéndose más en espacio para bibliófilos que para lectores en general.

-Nunca una biblioteca ha sido para todo el mundo. Ahora ha cambiado la manera en que tenemos acceso al conocimiento, pero no cambia ese momento magnífico en el que un libro te da placer.

-Dieciocho millones de visitantes al año. ¿Quizá porque la institución en la que trabaja se ha convertido. además. en atracción turística?

-Puede. Y la conversión, ya sea religosa o a la lectura, no les sucede a todos. Pero esta biblioteca es también un lugar en el que la gente se siente en su casa. Hay turistas, naturalmente, pero hay mucha gente que viene aquí porque es un tercer pulmón para ellos, otra manera de vivir.

-En todo caso, al que entra intenta captarlo.

-Siempre. Me considero una especie de «intelectual público» y estoy convencido de que un libro puede cambiar tus contingencias y la manera en la que ves el mundo.

Desde el ágora del siglo XXI

En la metrópoli por excelencia, Holdengraber ha convertido la New York Public Library en un foro global donde los lectores se encuentran con sus autores favoritos sin la fría intermediación digital. Un reto afrontado con contagioso entusiasmo por este judío cosmopolita que se define como «construción de mezclas. Mis padres son austriacos, mis abuelos de Rusia y Rumanía. Estudié en Bélgica y en Francia y me doctoré en Literatura en Princeton. Fui profesor durante muchos años... y de algún modo aún lo soy». Ha viajado a España para dictar la conferencia «Una biblioteca llamada deseo» en Alhóndiga Bilbao.