La ecoedición es un concepto todavía poco conocido dentro del mundo editorial que parece ajeno a las políticas de “reparación ecológica” llevadas a cabo en otras industrias, actúen estas últimas bien por motivos de imagen, o bien por convencimiento. Para que un libro llegue a nuestras manos, primero han de darse una serie de pasos que engloban muchos aspectos diferentes, desde la elección del papel a la distribución. Así, por ejemplo, la industria papelera es una de las más contaminantes y depredadoras de las que podríamos denominar “industrias tradicionales” y las editoriales son que sus clientes de forma que la elección de una u otra debería atender a motivos de responsabilidad corporativa (concepto que deberíamos recuperar y exigir, más cuando hay tantos intereses en que desaparezca del mapa) y hacerse bajo principios de sostenibilidad.
El nueve de junio se celebró la tercera edición del Parlamento de la Ecoedición, reunión en la que diferentes organizaciones relacionadas con la edición o de carácter ecologista ponen en común sus propuestas e ideas sobre como mejorar desde este punto de vista todo el proceso de producción del libro, desde el diseño editorial, a la elección de la materia prima o la propia producción.
Uno de los elementos más reclamados es la necesaria información al consumidor y que esta sea fiable. Así, en la edición del año pasado se denunciaba el uso incorrecto de distintivos como “papel ecológico” o que se dispone de determinado certificado cuando no es así; las regulaciones al respecto son rigurosas y el uso de estos términos a la ligera no deja de ser un engaño del tipo de los productos bio, eco y similares. En la página del parlamento tenéis hasta catorce puntos de estas malas prácticas (el texto está en catalán pero es fácilmente entendible).
Uno de los instrumentos que se están empezando a utilizar es la “mochila ecológica” mediante la cual se informa en cada libro de la cantidad de energía o la cantidad de agua utilizadas en la fabricación del papel, la emisión de CO2 a la atmósfera emitida en el proceso de su producción y distribución, etc. Algunos datos que nos pueden hacer pensar sobre este proceso son los ofrecidos por un estudio alemán sobre libros infantiles presentado en la Feria del Libro de Frankfurt. De cincuenta y un libros analizados diecinueve contenían pulpa de maderas de bosques tropicales sin posibilidad de trazabilidad, la mayoría impresos en China, país que utiliza más del 50% de la pasta de papel producida en Indonesia, cuya selva es una de las más amenazadas del planeta.
Respecto a la pregunta de si los ebooks serán una solución o sólo un cambio de problema, tema recurrente, creo que es una pregunta falsa: la pregunta no es qué industria es más contaminante, si no si vamos a ser capaces de exigir toda la información y vamos a actuar consecuentemente. Somos los clientes finales y, por tanto, podemos y debemos exigir responsabilidad corporativa pero, sobre todo, debemos practicar nuestra responsabilidad individual.
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