11 jul 2009

Japón, el mayor consumidor de libros del mundo, no se rinde ante la crisis económica

El país nipón que concentra el mayor mercado editorial del mundo debido a la voracidad de sus lectores, pioneros también del libro digital, discute sobre el futuro de la industria en la Feria del Libro de Tokio.

Por: Jairo Mejía / EFE
A pesar de lanzar alrededor de 70.000 nuevos títulos anuales, el mercado japonés -que se contrae alrededor de un 2 por ciento anual-, sigue atrayendo a muchas editoriales, como las que estos días se reúnen en la Feria del Libro de Tokio.

El evento que reúne a editoriales de todo el mundo, entre ellas ocho españolas, es el más importante de Asia y, en opinión de algunos asistentes, se podría considerar la feria del libro más grande del mundo.

Según la representante de la Federación de Gremios de Editores de España en la feria, Mari Cruz Moreno, "es sorprendente que el número de expositores siga creciendo en esta muestra cuando está cayendo en todos los mercados mundiales".
A pesar de que el papel sigue siendo un popular soporte entre los japoneses, que disfrutan de la lectura en formato de bolsillo o del popular manga durante sus cotidianos trayectos de tren, las nuevas tendencias se dirigen hacia las pantallas del libro electrónico.

En junio, las ventas de los novedosos "e-book", que utilizan pantallas que se asimilan cada vez más al papel, aumentaron un 37 por ciento respecto al mismo mes del año anterior, mientras que la lectura en los teléfonos móviles se ha consolidado y mueve 40.200 millones de yenes anuales (310 millones de euros).
Los japoneses son ávidos lectores, principalmente de novelas y de manga, donde los nuevos autores emergen continuamente con ideas que popularizan a través del rápido boca a boca que propician las nuevas tecnologías.

En opinión de Asa Kanaseki, de la Oficina Comercial de España en Japón, las oportunidades más importantes se encuentran en la venta de derechos, de ideas que saquen a la luz novedades literarias, aunque Japón por si sólo ha inventado un nuevo género que se renueva al segundo: el "ketai shosetsu" o novela para el móvil.

Este genero ha dado bríos a las historias cortas y a nuevos autores, lo que no es óbice para que los grandes de la literatura japonesa, como Haruki Murakami y su nueva novela 1Q84 -más de 1.000 paginas en dos tomos- batan récords de ventas en un sólo mes.

Digi-Book, dedicada en exclusiva a la venta de novelas cortas para soportes electrónicos, registra unas ventas anuales de 1.000 millones de yenes (7,7 millones de euros), y cuenta con una plantillas de jóvenes escritores que no sobrepasan la treintena.

No obstante, Japón es de los pocos países en los que la venta de libros de segunda mano se ha convertido en una actividad que cotiza en bolsa, como es el caso de Bookoff, cuyas ventas, de unos 22.000 millones de yenes anuales (168 millones de euros), aumentan alrededor del 3 por ciento mensual.

En opinión de Aingeru Aroz Rafael, estudiante de doctorado en historia del pensamiento japonés de la Universidad de Tokio, "el mercado en Japón es interesante por la gran cantidad de libro viejo que se encuentra y por ser el único lugar donde se puede conseguir cualquier lectura, también nueva, por menos de 1.000 yenes (7,7 euros)".


El libro, ese objeto de consumo

El importante negocio editorial ha atraído a compañías como la cadena de supermercados 24 horas Seven-Eleven que se ha posicionado en pocos años como el mayor librero minorista de Japón en facturación, haciendo incluso competencia a las enormes librerías "Kinokuniya", las más famosas del país.

Seven-Eleven, que se enfrenta a continuos pleitos con las autoridades de competencia en Japón, dispone en sus tiendas de una pequeña muestra de mangas, revistas y literatura de bolsillo, pero a través de internet ofrece un interminable catálogo de libros que pueden ser recogidos en sus tiendas.

Algunos expertos aseguran que las ventas de millones de copias han llegado a su fin en Japón y que a partir ahora todos pueden convertirse en estrellas literarias, fugaces o permanentes, gracias a las nuevas tecnologías, y a la espera ser tan importantes como para ser publicados en papel.
Nota

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