El tema predominante del arte rupestre paleolítico es la representación de animales, realizada con un naturalismo, una viveza y una riqueza colorística muy notables. Ignoramos si el hombre paleolítico basaba sus realizaciones en piezas cazadas que le servían de modelo o en una memoria visual muy aguda, pero, en todo caso, su capacidad, de observación resulta sorprendente.
El estilo de las representaciones animalísticas no es, sin embargo, el mismo a lo largo de toda su historia y puede observarse una evolución bastante clara desde una primera fase en la que las figuras tienen un carácter estilizado y abstracto hasta otras más tardías en las que el realismo y el naturalismo de las representaciones son mucho más fuertes.En las primeras obras el realismo de las representaciones es limitado y los rasgos que caracterizan el conjunto del animal —una curva dorsal muy acentuada en forma de S acostada oblicuamente y una parte delantera muy sobresaliente, como si los animales estuviesen proyectados hacia adelante— revelan una cierta abstracción.En una segunda fase, a la vez que el hombre paleolítico va dominando la técnica colorista, pobre o nula en la primera etapa, los rasgos anatómicos del animal se atenúan y suavizan, su actitud se hace más natural y reposada y adquieren riqueza en detalles corporales, musculatura, crines, rasgos de la cabeza, etc.Con el paso del tiempo y, ya en el magdaleniense medio y final, las formas de los animales representados son ya decididamente realistas y sus figuras ofrecen gran detallismo y naturalidad. La actitud de los animales, acostados, saltando, pastando, se hace mucho más rica y variada que en los períodos precedentes.
Las especies representadas son, por orden de importancia numérica, las siguientes: caballos, bisontes, mamouts, cabras salvajes, jabalíes, ciervos, renos, osos, leones y rinocerontes. Algunos pájaros y peces y prácticamente nada más. Es curioso observar que esta gama, aunque relativamente numerosa, es muy inferior a la de la fauna entonces existente y que aquellos hombres debieron cazar con frecuencia. El porqué de estas preferencias, constantes a lo largo del tiempo y el espacio en todo el arte parietal paleolítico, es una incógnita que no ha encontrado tampoco una respuesta adecuada.Otra nota constante en el arte rupestre paleolítico es el carácter individual de los animales representados; se trata, en efecto, de figuras independientes, que no se relacionan entre sí ni forman grupos o rebaños como en otras fases del arte prehistórico. Las representaciones humanas son más escasas en número y están dotadas de un realismo mucho menor. Con frecuencia se reducen a representaciones abstractas y muy esquematizadas con un significado probablemente sexual.Las figuras femeninas son de tipos diversos, representadas unas de frente y otras de perfil. Las más frecuentes y notables son las primeras y, en general, responden a una configuración anatómica —cabeza pequeña, grandes senos y anchísimas caderas—, semejante a la de las estatuillas femeninas o "venus".
A este grupo pertenece el curioso relieve de una figura de mujer que sostiene un cuerno en la mano, tallado en un bloque de piedra enLaussel (Dordoña); probablemente estuvo recubierta de ocre rojo y su aspecto recuerda fuertemente al de las Venus de Lespugue yWillendorf. Por su actitud despreocupada, tendidas de medio lado y apoyando la cabeza en un abrazo, merecen citarse los dos relieves femeninos de la gruta de La Madeleine (Tarn).
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Brujo de Trois Fréres |
Las figuras masculinas responden también a tipos y actitudes variadas. Sus rasgos suelen estar muy simplificados y sus rostros, con nariz acusada como si de un hocico se tratase, ofrecen con frecuencia un aspecto bestial, alejado de la realidad. La más célebre de todas es sin duda el "brujo" de la gruta de Trois Fréres, extraño ser de cuerpo humano y cornamenta de ciervo, que parece reunir sobre sí todos los rasgos o elementos que poseían un significado sexual masculino para el hombre paleolítico. Otro caso notable, de significado discutido, es el de la gruta deLascaux, donde aparece la silueta de un hombre inerme ante un bisonte; sus rasgos se hallan muy simplificados, como los de un monigote, en contraste con el naturalismo y riqueza de detalles del animal que tiene delante. Es probable que represente simplemente la escena de una tragedia de caza, pero se le ha atribuido también un posible significado simbólico.Uno de los conjuntos temáticos más curiosos del arte paleolítico es el constituido por los signos abstractos. Son muy variados, pero analizados sistemáticamente pueden disponerse en dos series distintas. La primera abarca los que tienen forma de puntos alineados, bastoncitos de distinto tamaño y forma y signos alargados erizados de puntos. La segunda comprende a los que tienen forma de triángulos, rectángulos, óvalos, etcétera.
Su significación ha sido y sigue siendo muy controvertida. En el siglo pasado se pensó, acudiendo a una solución simplista, que eran firmas de los artistas que habían pintado las grandes representaciones animalísticas. Posteriormente Breuil estudió el tema con más amplitud y concluyó que se trataba de representaciones esquematizadas de armas, cepos, propulsores o incluso techos de casas. Como con frecuencia se hallan situadas en la entrada, pasadizos o lugares accidentados dentro de las cavernas, se admitió la posibilidad de que fuesen algo así como señales de circulación. Un estudio (Leroi-Gourhan), basado en el análisis estadístico y en la comparación de los diversos tipos de signos conservados con otras representaciones contemporáneas más figurativas y explícitas, ha puesto de relieve que todos ellos son probablemente representaciones más o menos abstractas de organos sexuales masculinos (primera serie) o femeninos (segunda serie). Lo cual parece contradecir la generalizada idea de la simplicidad mental de aquellos hombres y nos pone en contacto con una curiosa iconografía, de complejidad inesperada.Un último capítulo dentro de la temática del arte rupestre paleolítico es el integrado por los contornos de manos que aparecen decorando las paredes de algunas cavernas; algunas de estas siluetas, en la zona franco-cantábrica, son negativos, es decir, han sido ejecutadas a base de colorear alrededor de la mano aplicada al muro con los dedos abiertos; otras, en la zona del Ródano sobre todo, son positivos.
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Manos Gruta Gargas |
El grupo más conocido es de la gruta Gargas (Altos Pirineos), integrado por unas 150 manos en colores rojo o negro. A muchas de ellas les falta algún dedo, lo cual ha hecho pensar en mutilaciones rituales como las que practican algunos pueblos primitivos actuales. Parece ser, en realidad, que, por razones desconocidas, el artífice paleolítico plegaba simplemente uno o varios dedos al pintar la silueta o retocaba los dedos inicialmente alargados para simular un acortamiento.Vamos a aludir a continuación, aunque sea muy someramente, al arduo problema del significado del arte paleolítico, cuestión que los especialistas están aún lejos de haber resuelto definitivamente.Indicamos ya al principio que la idea del "arte por el arte" ha sido rechazada y, al referirnos a algunos de los temas del arte rupestre hemos visto cómo otras ideas simplistas —en el caso de los signos abstractos por ejemplo— han sido también abandonadas y sustituidas por otras hipótesis que insisten en la probable existencia entre los hombres paleolíticos de un mundo de ideas de carácter mágico-religioso bastante más complejo de lo que hasta entonces se creía.Las investigaciones de (Leroi-Gourhan) han puesto de relieve —gracias a complicados estudios estadísticos que no podemos detallar aquí— que la disposición de las diversas figuras en las paredes de las cavernas no es anárquica, sino que responde a unos complejos criterios organizativos en los que los diversos temas están dotados de un carácter simbólico de tipo sexual y se armonizan ordenadamente formando auténticos "santuarios". Quedan muchos puntos por aclarar en esta interpretación innovadora, pero parece evidente, en la actualidad, la existencia de una ordenación temática muy elaborada que revela la existencia de una iconografía compleja, el esqueleto de un pensamiento religioso alejado incluso de la idea de una mera representación mágica de animales destinada a favorecer la caza. Justifica, por el contrario, la impresión de que se trata de un sistema parecido al de otras religiones posteriores, fundado sobre la oposición y complementariedad de valores masculinos y femeninos, expresados simbólicamente mediante figuras animales y signos más o menos abstractos.El fondo exacto de este pensamiento religioso tan alejado de nosotros no ha podido ser precisado con exactitud como es lógico. Probablemente no pueda serlo nunca. Podría tal vez tratarse de un culto a la fecundidad como el de otras religiones posteriores. De todos modos, parece que los paleolíticos conocían una división del mundo animal y humano en dos mitades confrontadas e imaginaban que la unión de estas dos mitades regía la economía de los seres vivientes. El arte paleolítico sería así la expresión de una concepción sobre la organización natural y sobrenatural del mundo viviente.
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