31 oct 2008

"Bibliotecas De Nueva Generación (Biblioteca 2.0)."

Social, Byweb. Educación y Biblioteca 16.161: 75-89.

Este artículo incide en la definición de "Biblioteca 2.0" y realiza un recorrido por las bibliotecas dentro y fuera de España, con especial atención a la biblioteca de la Universidad de Sevilla. Este documento se centra en la aplicación de las tecnologías de la web 2.0 (web social), mensagería instantanea, compartición de medias, blogs, wikis, redes sociales, etiquetados, RSS y mashups y como las bibliotecas están ofreciendo sus servicios a través de estas herramientas para un mejor servicio al usuario.

"Bibliotecas Públicas Y Sitios De Redes Sociales, ¿Una Cuestión De Visibilidad? "

Por: Arroyo Vázquez, Natalia,Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas 4 (2008).

Los sitios de redes sociales han ido ganando en popularidad en los últimos años en todo el mundo, también en nuestro país, y algunas bibliotecas y bibliotecarios han encontrado algunas posibilidades en su utilización. En la presente comunicación se pretende explorar esas oportunidades desde una doble perspectiva: centrada en el usuario por una parte y en los profesionales por otra. Para ello se estudian los principales sitios de redes sociales y sus funcionalidades, y se analizan algunos casos de buenas prácticas en la utilización de estos servicios, para así poder conocer sus posibilidades en nuestras bibliotecas.
http://eprints.rclis.org/archive/00014815/01/Arroyo_IVCongresoBP.pdf

"Los 500 Sites Mas Visitados."

Un 32,2% de los 500 sitios más visitados de Internet utilizan ya Google Analytics como sistema de estadísticas web, a pesar de ser un servicio que lleva dos años en el mercado. La web Pingdom ha rastreado los códigos de las webs que conforman el ranking Alexa Top 500 Websites, encontrando que 161 de estas páginas contenían el código de Google Analytics, un sistema que salió al mercado en noviembre de 2005, pero que Google se vio obligado a restringir hasta agosto de 2006 ante la avalancha inicial de peticiones.
http://www.alexa.com/site/ds/top_sites?ts_mode=global〈=none

FACEBOOK

¿Que es?

Facebook es un sitio web de redes sociales. Fue creado originalmente para estudiantes de la Universidad de Harvard, pero ha sido abierto a cualquier persona que tenga una cuenta de correo electrónico. Los usuarios pueden participar en una o más redes sociales, en relación con su situación académica, su lugar de trabajo o región geográfica. Ha recibido mucha atención en la blogosfera y en los medios de comunicación al convertirse en una plataforma sobre la que terceros pueden desarrollar aplicaciones y hacer negocio a partir de la red social. Tiene 19 millones de usarios y en 2008 lanzó su versión en francés, alemán y español para impulsar su expansión fuera de Estados Unidos.

29 oct 2008

Editoriales pierden $70 mil millones por fotocopias que de sus libros sacan los estudiantes


Foto: Archivo/ EL TIEMPO (Colombia)
El 40 por ciento de los universitarios lo hace porque los libros son muy caros y el 21 por ciento porque lo pide el profesor.


El 54 por ciento de los estudiantes colombianos gastan entre tres mil y cinco mil pesos a la semana en fotocopias. El 25 por ciento gasta entre mil y tres mil pesos, y el 18 por ciento, entre cinco mil y ocho mil pesos.

Las cifras hacen parte del último estudio del Centro Colombiano de Derechos Reprográficos (CDR), según el cual el 99 por ciento de los estudiantes de educación superior usa las fotocopias como material de estudio y es una práctica asumida como natural, aunque represente una violación a los derechos de autor.

Después de consultar a 400 estudiantes de ocho universidades de Cali, Medellín, Bucaramanga y Bogotá, CDR reveló el cuantioso hueco anual que deja a las editoriales esta actividad, porque el 62 por ciento de las fotocopias corresponde a material protegido por el derecho de autor.

Todo el que haya pasado por una universidad, o al menos cerca de ella, donde pululan las fotocopiadoras, sabe que sacar copias es parte de la vida de un estudiante, que casi siempre está sin plata.

Para José Miguel Herrera, gerente de CDR, "el precio no es definitivo. Los estudiantes gastan 130 mil pesos al año en copias, pero se pueden gastar 40 mil en un día de rumba".

Sara reconoce que los estudiantes sí guardan más dinero para la rumba, pero afirma que "de todas formas los libros sí son muy caros y no todos, sobre todo en una universidad pública, tienen forma de pagarlos". Habla de los estudiantes que escasamente pueden pagar los pasajes para sostenerse en la educación superior. Hoy, de hecho, la deserción universitaria (durante el año) es de 12 por ciento.

No hay libros en la universidad

Otra razón que esgrimen los estudiantes para fotocopiar es la escasez de libros en las bibliotecas de las universidades, donde muchas veces hay uno o máximo dos ejemplares para un grueso número de estudiantes; o que solo deben leer fracciones de un texto, y no consideran necesario invertir en un libro.

La encuesta les preguntó cómo acceden a los libros para fotocopiar: el 36 por ciento dijo que se los facilitaban los profesores.

Milena Rubiano, profesora de una universidad pública de Bogotá, explica que los maestros usualmente envían a sus estudiantes a sacar copias cuando quieren que lean fragmentos de libros y no textos completos y "no se justifica que compren libros caros y muy viejos de los que solo van a usar un tema muy específico". Dice que también les sugiere que compren libros, pero entonces los compran piratas. "Uno no sabe que es peor, si eso o las fotocopias que también son una forma de piratería", advierte.

Cuestión de plata

Sara Ramos, estudiante Administración en Salud: "Uno saca fotocopias para todo. Un libro de una sola materia vale como 70 mil pesos y muchos, sobre todo acá (en una universidad pública), no tienen la forma de comprarlo. Uno sabe que eso es contra los derechos de autor, pero lo hace por economía".

Profesor Universidad privada de Medellín: "Por más ejercicios que uno haga, es difícil. Yo usualmente primero les doy la referencia del libro y la librería donde lo pueden conseguir, pero ellos llegan con el libro fotocopiado. El problema es que los textos no bajan de 60 mil pesos y copiarlo les sale en 16 mil".

Industria paralela en torno de la universidad

Si algo identifica una zona universitaria son los sitios de rumba y las fotocopiadoras.

Según el estudio del Centro Colombiano de Derechos Reprográficos, un 48 por ciento de los estudiantes sacan las copias fuera de las universidades, un 34 por ciento dentro de la universidad y el resto, en cualquiera de los dos lugares. Algunos estudiantes contestaron que los libros que fotocopian los consiguen en la biblioteca (30 por ciento) o con compañeros que los hayan comprado (12 por ciento); otros sacan copias de las fotocopias (12 por ciento). El 47 por ciento de los encuestados reconoció que fotocopia libros completos, y el 76 por ciento dijo que sabía que las fotocopias atentan contra los derechos de autor.

Entre los estudiantes más copiadores, los administradores de empresas se llevan el primer puesto, seguidos de los de Ingeniería y Matemáticas. También figuran los de Filosofía y Literatura.

Solo en Bogotá hay entre 900 y mil centros de copiado en los alrededores de las universidades. Sin embargo, no todas son legales.

"Por ley, las fotocopiadoras deben tener una licencia que los obliga a pagar por las obras, pero muy pocas lo cumplen. Los dueños de estas fotocopiadoras dicen: '¿Por qué tengo que pagar por algo por lo que nunca he pagado?', y la respuesta es, porque está vendiendo algo que no es suyo", comenta Herrera.

CATALINA OQUENDO B.
REDACCIÓN VIDA DE HOY

17 oct 2008

El verdadero origen de las lenguas romances



Un pequeño libro aparecido en Francia en junio de 2007 1 viene a inaugurar una posible era copernicana en el mundo de la lingüística. Su tesis fundamental es que hemos estado equivocados durante siglos respecto al verdadero origen de las lenguas romances (el castellano, el catalán, el francés, el italiano, el portugués, el rumano, entre otras). El autor, a lo largo de doce capítulos deliciosos de leer, nos presenta lo que él considera pruebas irrefutables contra lo que él mismo denomina una auténtica aberración lingüística.

La lingüística es una ciencia relativamente reciente. Fue gracias al descubrimiento de las similitudes entre lenguas tan separadas geográficamente como las lenguas de Europa, las lenguas habladas en Irán y otras habladas o escritas en India, que se llegó a la conclusión de que todas ellas deberían tener un origen común. Tal lengua madre ha sido denominada de manera genérica como indoeuropeo, aunque no se sabe con certeza si hubo realmente un pueblo único que la haya hablado. La lengua indoeuropea, a través de oleadas de invasiones sucesivas venidas en el continente europeo, dio origen, siguiendo a la teoría más comúnmente aceptada, a distintas familias lingüísticas de las que proceden a su vez la inmensa mayoría de las lenguas habladas en Occidente.

Una de tales ramas, denominada "itálica", dio origen a una lengua de campesinos que se impondría, con el pasar del tiempo, en la lengua de un inmenso imperio que albergaba en su seno grupos humanos de las más variadas características: el latín. Originalmente hablado por los habitantes de la región italiana del Lacio, el latín se convertiría con los siglos en la lengua oficial del Imperio romano. Llevada a lomo de caballo y en la punta de las espadas de la conquista romana de Europa, con la decadencia y desmembramiento posteriores del inmenso imperio vendría el inevitable proceso de descomposición del idioma latino. Con las sucesivas invasiones procedentes del norte y este de Europa, el latín, hablado por gentes de todos los tipos y condiciones sociales, fue deformado progresivamente al punto de generar distintas "hijas" que se convertirían luego en las lenguas de las nacientes naciones: España, Francia, Italia, Portugal, Rumania. Es por ello que a estas lenguas, llamadas "romances", se les llama, alternativamente, lenguas "latinas".

Una madre que no deja herencia alguna

Lo expuesto anteriormente es la historia oficial de las lenguas romances, incluida el castellano, comúnmente aceptada y que podemos encontrar en cualquier bibliografía sobre el tema. Sin embargo, si unas lenguas evolucionan a partir de otras, deberíamos poder encontrar las huellas de tal evolución. En otras palabras, las lenguas hijas deberían portar en sí mismas las huellas hereditarias de la madre. La constatación que Cortez hace en su libro, de manera exhaustiva, es que eso no ocurre en el caso del latín y las lenguas romances.

En primer lugar, tenemos el vocabulario. Es cierto que podemos encontrar miles de palabras que se asemejan en todas las lenguas romances y que provienen de alguna palabra latina ( abyecto, belicoso, eterno, feroz, grácil, honesto, ignominioso, obsequioso, perpetuo , etc.). Sin embargo, la inmensa mayoría de tales palabras son de origen culto, es decir, introducidas por literatos, escritos y otros personajes de gran cultura, que conocían la lengua latina, por lo que tales vocablos no pertenecen al registro del habla cotidiana. Cortez hace una revisión detallada de los vocabularios latino y romance en varios dominios del habla diaria y encuentra un hecho fundamental y sorprendente: el vocabulario de base de las lenguas romances no proviene del latín. Por razones de espacio no puedo aportar abundantes ejemplos, pero tomo uno que parece significativo: la palabra "guerra". ¿Es posible pensar que un pueblo conquistador como los romanos no haya legado a los pueblos sometidos el vocabulario de la actividad fundamental que llevaba a cabo? Vemos, así, que "guerra" se dice "guerre" en francés, y "guerra" en italiano y portugués, pero se dice "bellum" en latín . Invito a los lectores a hacer la misma comparación con otras palabras del mismo dominio: tratado, matanza, general, soldado, batalla, mariscal� La comprobación de la similitud enorme entre las lenguas romances es tan impactante como la disimilitud total con la palabra latina equivalente. El mismo ejercicio puede hacerse con los vocabularios de la geografía, la ropa, partes del cuerpo, etc.

En segundo lugar, la gramática de la lengua latina no tiene la menor semejanza con las gramáticas de las lenguas romances. Como sabemos todos aquellos que hemos estudiado lenguas clásicas en el bachillerato o en la universidad, el latín, al igual que una gran parte de las lenguas indoeuropeas, es una lengua desinencial. Los sustantivos se declinan en casos dependiendo de la función gramatical que deben desempeñar en la oración. Ninguna lengua romance declina sus sustantivos, con la excepción del rumano que posee un sistema de casos muy reducido. Igualmente encontramos que todas las lenguas romances poseen artículos (determinados e indeterminados), mientras que el latín no poseía ninguno.

Al igual que el griego, el latín posee el género neutro, además de los géneros masculino y femenino. Ninguna lengua romance lo posee. Y hay más: el latín vulgar, que se llama a la madre de las lenguas romances, era hablado por gente supuestamente bárbara, inculta y sin educación. Pero las lenguas romances poseen una persona gramatical que el culto y aristocrático latín no poseía: usted. Terminemos la revisión rápida de la gramática latina con el indicio más impactante: la sintaxis. Rosa alba est (literalmente: 'la rosa blanca es') se convierte en "La rosa es blanca" y construcciones equivalentes en todas las lenguas romances, y Non tamen abstinuit venturos prodere casus per varias fortuna notas (literalmente "No sin embargo dejó futuros revelar los males por medio de variados azar signos") en correcto español viene a ser: El azar, sin embargo, no dejó de revelar los males futuros por medio de signos diversos. En otras palabras: la sintaxis latina no tiene absolutamente nada que ver con la sintaxis de las lenguas romances.

Frente a un cúmulo de diferencias tan enorme, los lingüistas tradicionales han hablado de la existencia de un estadio intermedio de la lengua latina que dio origen a las lenguas romances. Este "bajo latín" o "latín vulgar" vendría a ser una deformación de la lengua latina clásica. El problema, según Cortez, estriba en que el tiempo para que tales transformaciones tuviese lugar es demasiado corto, de apenas unos siglos. En el Concilio de Tours (mediados del siglo IX) se habla todavía de una "lengua romana rústica", que se supone fue la lengua que dio origen a las lenguas romances, pero hay huellas de éstas ya desde los siglos XII y XIII. Estamos hablando, entonces, de un tiempo de generación de apenas 4 siglos. Cortez saca a relucir, a modo de comparación, un fenómeno paralelo y totalmente opuesto: el caso de la lengua griega. El griego y el latín tuvieron igualdad de importancia en la Antigüedad. Las personas cultas aprendían a leer, escribir y hablar en ambas lenguas, que eran enseñadas en todas las escuelas romanas. Pero el hecho significativo es que la lengua griega, en 35 siglos, ha variado muy poco. ¿Cómo explicar eso?

La verdadera madre

Nos encontramos, entonces, frente a un problema tremendo que los mejores latinistas no han logrado resolver: los intentos de reconstruir el idioma original a partir de las lenguas romances no produce nunca la lengua latina.

Para Yves Cortez, el problema se encuentra en otro lado y no lo hemos aceptado: el latín no es la verdadera lengua madre de las lenguas romances, y llamar a este ascendiente lingüístico romance con el apelativo de "latín vulgar" es un error catastrófico, porque hace pensar que es un latín deformado. La conclusión suya es que era una lengua completamente diferente. No de otra manera puede explicarse que el vocabulario de base, la gramática y la sintaxis sean totalmente distintas.

La pregunta que surge inevitablemente ahora es: ¿de dónde provienen entonces las lenguas romances? Para Yves Cortez, la verdadera madre ha estado siempre a nuestro lado, pero la ignorábamos, incapaces de reconocer su papel fundamental. El peso de la tradición y el prestigio de la lengua latina (que fue seleccionada, curiosamente, por la Iglesia católica como lingua franca y luego por los hombres cultos de los siglos posteriores como la lengua de transmisión de los conocimientos) la mantuvo relegada e ignorada, y es en este punto donde radica la originalidad de la tesis del autor. La verdadera lengua matriz, que dio nacimiento a las lenguas romances, fue� el italiano, pero el italiano no proviene del latín como comúnmente se cree, si no que es, y esto forma parte también de su tesis, una lengua más antigua, desprendida en tiempos remotos del tronco itálico. Es la única explicación posible, según el autor, que puede dar cuenta de una transformación tan radical de una lengua desinencial en una lengua preposicional, con cambios tan drásticos además en el vocabulario y en la sintaxis. Esto significa que los romanos que conquistaron Europa hablaban ya una cierta forma de italiano (Cortez la llama "el italiano antiguo", yo prefiero llamarla "el paleo-italiano" aunque es probable que fuera llamada por los romanos simplemente "el romano"), que fue la lengua que se transformó gradualmente en las lenguas romances que conocemos hoy.

La historia se habría desarrollado de la manera siguiente: los "italianos" habitaban la región que posteriormente fue conquistada por los "latinos" (que hablaban y escribían en latín). Precisamente a causa de esto, la lengua del conquistador latino fue la lengua escrita del gobierno y de manejo de las instituciones. Pero los "latinos", superiores militarmente, eran inferiores en número y no lograron imponer su lengua antes del comienzo de la fenomenal expansión romana, y aunque el latín siguió siendo la lengua escrita oficial en los siglos subsiguientes, aun después de que el latín desapareciera como lengua oral (se sospecha que el latín era ya una lengua muerta en la época de Cicerón), fue la lengua romana hablada, este "italiano antiguo", la que siguió su vida como lengua de expresión cotidiana, aunque no se ponía por escrito, conquistando a los conquistadores. Sería el caso primero en la historia de una lengua de los dominados que pasa a ser la lengua de los dominadores.

De tal manera que tres lenguas convivían en la antigüedad romana: el latín, el griego y el "romano" o "italiano antiguo". Este fenómeno de dualidad, lengua escrita-lengua hablada, no es extraño en la época ni lo es hoy en día. Por ejemplo, en los tiempos de Jesucristo, en la Judea-Galilea-Samaria antigua, se hablaba en arameo, pero se escribía en hebreo. En el norte de África, en el Magreb de hoy, se hablan dialectos del árabe, pero se escribe en francés y en árabe clásico.

Los numerosos puntos comunes al latín y a las lenguas romances provienen de su origen común, el indo-europeo. A esto se agregan los efectos de una coexistencia de casi 20 siglos entre las lenguas romances habladas y el latín como lengua escrita, al punto de que numerosas palabras romances han sido tomadas del latín.

Como es de imaginar, esta novedosa tesis de Yves Cortez ha producido las más ásperas reacciones en el mundo lingüístico. En su contra juegan diversos factores, de los cuales el más importante es la carencia (por los momentos) de textos escritos en este "italiano antiguo".

Esta hipótesis plantea problemas tremendos. Habría, por ejemplo, que redefinir una buena parte de las etimologías de nuestros diccionarios, pero si bien esta teoría genera más preguntas que las que responde, es, sin duda, un camino digno de explorar.

Bibliografia : Le français ne vient pas du latin , Yves Cortez, Ediciones L'Harmattan, junio 2007, en proceso de traducción al español.
Johnny Torres


Fuente: http://www.elcastellano.org/ns/edicion/2008/septiembre/latin.html

15 oct 2008

ISBN

Tome un libro cualquiera. Fíjese en la parte de atrás (o algunas veces en alguna de las primeras páginas pares). Usted va a encontrar un número como el siguiente:



1-84046-637- 5

Este número o código se llama ISBN, o sea (International Standard Book Number), es decir, un número que internacionalmente se asocia con el libro.

Esta sucesión de diez dígitos identifica al libro. Bárbaro. Pero ¿qué más? Uno podría decir que el primer dígito (o los primeros) identifica(n) el país de origen, que los siguientes indican la editorial, el título, la edición, etc. Y esto estaría bien. Pero aún no sería suficiente para merecer un comentario aparte. Lo notable es que el ISBN tiene propiedades escondidas que lo hacen muy interesante. Más aún: no todos los números de 10 cifras pueden ser códigos ISBN válidos.
Olvídese de los guiones que separan los dígitos. Hagamos de cuenta que el número es:

1 8 4 0 4 6 6 3 7 5

Uno los pone en una columna y agrega, en otra columna, los números del 1 al 10. Y los aparea (o sea, los va poniendo en el mismo renglón), y se obtiene entonces, la siguiente situación:

1 1
8 2
4 3
0 4
4 5
6 6
6 7
3 8
7 9
5 10

Una vez hecho esto, multiplique los números de cada renglón. Se tiene los siguientes resultados que ponemos en una tercera columna.

1 x 1 = 1
8 x 2 = 16
4 x 3 = 12
0 x 4 = 0
4 x 5 = 20
6 x 6 = 36
6 x 7 = 42
3 x 8 = 24
7 x 9 = 63
5 x 10 = 50

Luego, sume los valores de la última columna. En este caso, se obtiene el número 264.
Ahora, una breve pausa. Acá aparece la clave de lo que estamos haciendo. ¡Este número tiene que ser siempre un múltiplo de 11!

Y lo es. Justamente 264 = 11 x 24.

Supongamos que alguien quiere encargar libros para una biblioteca o para una librería. El pedido no lo hace basado en los títulos, ni en los autores, sino en el ISBN que cada uno tiene asignado.

Si por alguna razón, al hacer la operación que figura más arriba (de aparear los dígitos que aparecen en el ISBN y luego multiplicarlos) el número resultante no es un múltiplo de 11, entonces eso implica que se produjo un error en el código ISBN que esa persona envió.
Vale la pena que usted pruebe con cualquier libro que tenga en su casa o en su poder.

Haga la cuenta y descubra usted mismo que lo que leyó hasta acá se verifica en la realidad. Con este proceso verdaderamente simple una persona (o una computadora) detecta inmediatamente el error en el pedido.

Surgen varias preguntas: ¿por qué tiene que ser un múltiplo de 11? ¿Hay “algo” en el número 11 que lo haga diferente? La respuesta es sí. Hay razones para haber elegido al número 11. En principio, porque es un número primo. Pero, además, tome cualquier par de dígitos distintos (los dígitos son los números 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9). Ahora, réstelos. Nunca puede dar un múltiplo de 11 (¿se da cuenta por qué?). Y eso también terminará siendo importante, como verá más adelante si sigue leyendo.

Un agregado interesante más. Uno de los problemas más comunes al escribir números de varios dígitos son las permutaciones o transposiciones. Es decir, es muy común que uno quiera escribir el número

3759

y sin embargo, escriba

3579,

porque uno conmutó los dígitos 7 con el 5.

Lo curioso, e interesante a la vez, es que el código ISBN permite descubrir en dónde puede estar el error, si es que uno produjo una transposición al enviar el ISBN de un libro.
Primero, un ejemplo. Supongamos que el código ISBN que uno quiere mandar es:

1 8 4 0 4 6 6 3 7 5

pero comete un error, y transpone el 4 con el 8 en el segundo y tercer dígito. Es decir, un escribió por error el número:

1 4 8 0 4 6 6 3 7 5.

Al hacer el apareamiento y multiplicació n, como vimos más arriba, el número que resulta (y lo invito a que haga la cuenta solo/a) ahora, no es un múltiplo de 11. Es decir, con el ISBN correcto la suma de los números de la tercera columna resulta ser 264, que es un múltiplo de 11. En realidad,

264 = 11 x 24

En cambio, si uno suma los números de la tercera columna en el caso equivocado, obtiene el número

268

que no es un múltiplo de 11. Entonces, ya sabe que hay un error. Y éste es un avance no
menor: usted ya sabe entonces que la persona que envió la lista de libros se equivocó en este seguro. Y eso uno lo sabe porque no le dio un múltiplo de 11. Ahora bien: ¿puede avanzar más? ¿Puede detectar en qué lugar se produjo el error y repararlo? ¿Habrá sido una permutación de dos dígitos?

Veamos. Al encolumnar los números ahora con los números transpuestos, aparece

1 x 1 = 1
4 x 2 = 8
8 x 3 = 24
0 x 4 = 0
4 x 5 = 20
6 x 6 = 36
6 x 7 = 42
3 x 8 = 24
7 x 9 = 63
5 x 10 = 50

Ahora, el total, es 268. Es decir, cuatro más que con el número correcto. Todo lo que hay que hacer ahora es fijarse en la primera columna y descubrir en qué lugar (o lugares) hay una diferencia de cuatro entre dígitos sucesivos y uno puede, entonces, intentar corregir el error. En este caso, habría dos posibles lugares: entre el segundo y el tercero (intercambiar el 4 con el 8, que es lo que habría que hacer para reparar el problema), o intentar con cuarto y quinto renglón. En este caso, uno tendría que intercambiar el cuatro con el cero. Uno produce esos cambios. Se fija si en la tercera columna, cuando usted suma, el número que resulta es –ahora sí– múltiplo de 11. Si no lo es, descarta el cambio y el sistema no le sirvió para descubrir el error. Si en cambio, el resultado sí es un múltiplo de 11, entonces trata de verificar si con ese cambio el ISBN ahora sí corresponde a algún libro que usted tenga en el stock.

En general, este tipo de códigos que sirven para detectar errores, se llaman –en inglés– “error detecting codes”.

Como se ve entonces, ese número tan ingenuo al que uno nunca le presta atención, el ISBN, permite no sólo clasificar todos los libros que se imprimen en el mundo, sino que con una adecuada utilización de la matemática es posible detectar (entre otras cosas) errores en los potenciales pedidos que hagan librerías o bibliotecas.
Por Adrián Paenza

Original: http://www.pagina12 .com.ar/diario/ contratapa/ 13-113285- 2008-10-14. html

Internet "es buena" para el cerebro

Redacción BBC Mundo



En la imagen, las áreas del cerebro que se activan en un usuario avanzado de internet al leer.

El uso de internet ayuda a potenciar el rendimiento cerebral en las personas de mediana y avanzada edad, según sugiere un estudio llevado a cabo por la Universidad de California, Los Angeles, en Estados Unidos.


El equipo de investigadores descubrió que las búsquedas en la red estimulan centros del cerebro que controlan la toma de decisiones y los razonamientos complejos.

Según los científicos, ello podría contribuir a contrarrestar los cambios psicológicos asociados a la edad que hacen que el cerebro ralentice su actividad.

A medida que el cerebro envejece, ocurren una serie de cambios, entre los que se encuentra la contracción y la reducción de la actividad celular, lo que puede afectar su rendimiento.

Es sabido que las actividades que mantienen el cerebro activo, como los crucigramas o los rompe-cabezas, pueden ayudar a minimizar el impacto de envejecimiento. El estudio de la universidad californiana sugiere que la navegación por internet puede ser añadida a la lista de actividades beneficiosas.

Según el jefe de la investigación publicada en el American Journal of Geriatric Psychiatry, Gary Small, "que las tecnología computerizadas tengan efectos psicológicos y beneficios potenciales para adultos de mediana y avanzada edad es esperanzador".

"La búsqueda en internet conlleva actividad compleja del cerebro, lo que puede ayudar a ejercitarlo y a mejorar su función", señala Small.


Lea: La crueldad de los internautas

Escáner cerebral


El uso de internet estimula más áreas en ese mismo cerebro.

El estudio se llevó a cabo con 24 voluntarios de edades comprendidas entre los 55 y los 76 años. La mitad eran usuarios habituales de internet.

Cada voluntario se sometió a un escáner cerebral mientras hacía búsquedas en internet y mientras leía un libro.

Las dos tareas produjeron evidencias de actividad significativa en regiones del cerebro que controlan el lenguaje, la lectura, la memoria y las habilidades visuales.

Pero en los usuarios habituales de internet, la búsqueda en la red produjo una significativa actividad adicional en áreas separadas del cerebro que controlan la toma de decisiones y los razonamientos complejos.

Según los investigadores, comparado con la lectura, navegar por la red hace que la gente deba tomar decisiones sobre en qué hacer clic para obtener información relevante.

En cualquier caso, lo científicos creen que los novatos en el uso de internet no han desarrollado suficientemente las estrategias necesarias para llevar a cabo con éxito una búsqueda en la red.

"Seguir aprendiendo"


La actividad cerebral de los novatos en internet es similar durante la lectura que mientras navegan.

"Una actividad tan simple como buscar en la red parece mejorar la actividad de los circuitos del cerebro en los adultos de más edad, demostrando que nuestros cerebros son sensibles y pueden seguir aprendiendo a medida que nos hacemos mayores", afirmó uno de los investigadores.

Según Rebecca Wood, presidenta del Alzheimer Research Trust del Reino Unido, "este fascinante descubrimiento se añade a investigaciones previas que demostraron que las personas de mediana y avanzada edad pueden reducir su riesgo de demencia tomando parte en actividades que estimulen la mente".

Pero la doctora Susanne Sorensen, de la Sociedad del Alzheimer del Reino Unido, cree que hay pocas evidencias de que mantener el cerebro ejercitado haciendo rompe-cabezas u otras actividades puede promover la salud cognitiva y reducir el riesgo de demencia."

14 oct 2008

INTERNET

En el Fedro, de Platón, Sócrates lamenta el desarrollo de la escritura. Temía que, a medida que la gente empezara a confiar y depender de la palabra escrita como sustituto del conocimiento que solía tener en su cabeza, así mismo, en palabras de uno de los personajes del diálogo, "dejarían de ejercitar la memoria y pronto se tornarían olvidadizos" . Y debido a que, por lo tanto, estarían en capacidad de "recibir una buena cantidad de información sin la debida instrucción", los susodichos "se considerarían muy entendidos siendo en el fondo ignorantes". Es decir, "serían seres llenos de presunción de sabiduría en vez de seres poseedores de sabiduría auténtica". Sócrates no estaba equivocado: la nueva tecnología sí tuvo a menudo los efectos que él temía. Pero fue un poco miope: no pudo anticipar las muchas maneras en las que la escritura y la lectura contribuirían a la divulgación de información, a propagar nuevas ideas y a extender el conocimiento humano (si bien no necesariamente la sabiduría).
Imagínese no tener acceso a internet nunca más. Un perverso virus ataca la red y desaparece. ¿Una tragedia? No esté tan seguro. ¿Sabe qué le esá haciendo internet a nuestro cerebro? http://www.revistaa rcadia.com/ ediciones/ 35/internet. html artículo de Nicholas Carr "Is Google making us stupid?" publicado traducido en la Revista Arcadia

Ana A Chiesa
http://alfinenargen tina.blogspot. com/

13 oct 2008

La muerte del Sol

“...en los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
Enrojecidos están los muros.
Gusanos pululan por calles y plazas
Y las paredes están salpicadas de sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
Y cuando las bebimos
Es como si bebiéramos agua de salitre”

(Anónimo. “Anales de Tlatelolco”. 1528)

12 oct 2008

Catálogo virtual de la Biblioteca Vaticana para todo público

El catálogo puede consultarse en italiano y en inglés en www.vaticanlibrary.va. La Biblioteca Vaticana contiene más de 150.000 manuscrito, y más de un millón de libros impresos, además de 8.300 incunables. El Archivo Secreto Vaticano está abierto para consultas sólo hasta 1939 en www.chiesa. Se trata del archivo privado del Papa sobre temas relacionados con el gobierno de la Iglesia católica.

Fuente: Revista Ñ, sábado 9 de agosto de 2008

La Maldonada: una historia del Buenos Aires que fundó Mendoza (1536)

Fueron muchas las mujeres que se hicieron famosas en la conquista de América. En este capítulo se contará la historia de una de ellas, bastante legendaria, de quien no se supo ni el nombre; sólo su sobrenombre: la "Maldonada".

Ya han visto los padecimientos que sufrieron los pobladores de la primera Buenos Aires. Muchos no pudieron tolerarlos, así como tampoco los malos tratos de los capitanes. Entonces deciden desertar de su deber de conquistadores y partir en busca de una nueva vida a otro lado.
Una mujer española, no pudiendo soportar más el hambre ni los sufrimientos, decidió marcharse con los indígenas. No tenía nada que perder, o se moría de hambre en Buenos Aires, o la mataban los indígenas, pero tal vez éstos la dejasen sobrevivir. Y como dice el cronista Ruy Díaz de Guzmán: ".tomando la costa arriba llegó cerca de la Punta Gorda en el Monte Grande (sur del Riachuelo); y por ser ya tarde buscó dónde albergarse, y topando con una cueva grande que hacía la barranca de la misma costa, y repentinamente topó con una fiera leona que estaba en doloroso parto.". Según cuenta Díaz de Guzmán, la mujer se desmayó al instante del susto; la leona viéndola como presa fácil acometió para atacarla, pero se arrepintió al ver que ni se preocupaba por defender su vida. La mujer, al ver lo que creyó una muestra de bondad, decidió ayudar a la leona en el parto, trayendo al mundo dos leoncillos. La española se quedó algunos días con ellos; la leona, aparte de alimentar a sus crías, lo hacía también con la famélica mujer.

Un día al salir de la cueva para tomar agua en la orilla del río, se topó con un grupo de indígenas. Inmediatamente la tomaron prisionera y la llevaron a su morada. Uno de los ellos la tomó por esposa.

Tiempo después, uno de los capitanes de Mendoza estaba recorriendo la zona cuando al llegar al asentamiento indígena reconoció a la española y la llevó con él. Pero como todos sabían sobre la huida de esta mujer, se decidió castigarla por traición. Resolvieron echarla a las fieras. La condujeron hasta la orilla del río y la ataron desnuda a un árbol, para que las bestias le diesen el castigo merecido.

Éstas se fueron acercando por la noche, pero entre ellas también estaba la leona que había ayudado la española. Ésta al verla tan desguarnecida, se quedó y la defendió de los ataques de otras fieras, dándole calor cuando se alejaban. Así lo hizo durante tres días. Para entonces, el capitán mandó a unos soldados a ver qué quedaba de la española. Los soldados la encontraron viva y, con la leona y sus leoncillos a sus pies, la cual sin atacar a los españoles se corrió a un lado para que pudiesen llegar hasta el árbol. Desataron a la mujer y la llevaron a Buenos Aires. La leona daba bramidos de pena al ver alejarse a su bienhechora.

De esta manera, la española quedó libre de su sentencia, ya que ésta no había podido llevarse a cabo. Ruy Díaz de Guzmán, cronista, es el que nos trajo esta historia, él dice en su libro ".la cual mujer yo la conocí y la llamaban la Maldonada, .". Es una interesante historia que no pasa de ser una de las tantas que cuenta Ruy Díaz en su libro La Argentina, las cuales tienen más de leyenda que de verdad.

Esta historia dio origen al nombre del arroyo Maldonado, que corre actualmente entubado y subterráneo a lo largo de la avenida Juan B. Justo, en barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires.

Para saber más
Guzmán, Ruy Diaz de. La Argentina. Emecé. Buenos Aires, 1998.

Dr. Rodolfo E. Parbst


Coleccionando los libros de nuestra infancia

¿Que habrá pasado con aquellos libros de cuentos que te leían antes de dormir? Muchos de ellos, podrían encontrarse a la venta, en negocios de libros usados. En esta nota, las claves para empezar a coleccionarlos.

Coleccionar libros de niños antiguos, es una manera de mantener vivo al chico que cada uno de nosotros llevamos dentro.

Sus hermosas ilustraciones, las historias que contienen y nos retrotraen a las memorias de nuestra propia niñez, o incluso la de nuestros padres y abuelos, se pueden capturar entre sus páginas.

El estado de un libro variará enormemente, dependiendo de su antigüedad y el trato que haya recibido.

Lo ideal, sería que el lomo esté en buenas condiciones, con todas sus páginas intactas. Es muy feo toparse con un libro especial que uno ha buscado durante mucho tiempo, sólo para descubrir que tienen su lomo desecho, por lo que le faltan muchas páginas.

Sin embargo, esta situación es una de las más comunes entre los coleccionistas de libros para niños, puesto que muchos de esto volúmenes han sido muy vapuleados por los más chiquitos, sufriendo así el lógico desgaste.

Antes de comprar un libro para coleccionar, debería tener en cuenta algunos aspectos, que pueden hacer que dicho volumen tenga un valor sideral, o bien que no sea conveniente de comprar ni siquiera por unos pocos centavos.

Si un libro vino originalmente con una cubierta de papel, ésta debería acompañar al libro que se pretenda coleccionar.

También puede sucederle que, en su reverso, las cubiertas o las mismas páginas estén dibujadas o mamarrachadas, por lo que debe revisarlo detalladamente.

Otro punto a tener en cuenta, es que el libro haya sido guardado correctamente: no es lo mismo un volumen que está envuelto en celofán, que otro que anda desparramado en una tabla de saldos.

Si el libro tenía características especiales, como por ejemplo dibujos troquelados en relieve, estos deberían estar en buenas condiciones.

El papel, por su parte, no debe tener evidencias de suciedades, manchas, bacterias, o insectos, como así tampoco partes dobladas, rasgadas o rotas, salvo que estas no afecten mayormente al libro en su conjunto.

Por último, debe fijarse atentamente el copyright (que el libro sea una edición original de una editorial, y no una casera), y su edición.

Los libros tienen a menudo muchas ediciones, y si los colecciona también como objetos de valor, debe saber que las primeras ediciones son las que más valor poseen, (en algunos casos, sus cifras son altísimas).

Recuerde, sin embargo, que siempre hay excepciones a las reglas. Por ejemplo, una segunda impresión puede tener nuevas ilustraciones de un artista muy reconocido, lo que la hará incluso más valorada que las primeras.

En todo caso, es importante que sepa bien lo que está comprando, aunque, como con todas las antigüedades y colecciones, si el objeto adquirido le ha gustado mucho, estas compras nunca serán un error.

Otro ítem muy buscado a menudo por los coleccionistas de libros, es la firma del autor o del ilustrador, especialmente si éstas se pueden documentar como verdaderas.

Los libros de niños se pueden separar en varias categorías, las cuales incluyen los libros de cuentos, los libros troquelados, los libros de lectura, y los libros para colorear. Entre estas categorías generales, se encuentran otras más detalladas, como por ejemplo de editores, autores, ilustradores, o títulos específicos.

Un famoso libro que entra dentro de las categorías de título y autor famoso, por lo cual es uno de los más buscados por todos los coleccionistas, es “El cuento del conejo Pedro” (The Tale of Peter Rabbit’s, en su versión en inglés) de Beatrix Potter. Escrito en 1893, este libro era originalmente la historia de un joven muchacho al que el autor conocía personalmente, y fue publicado en 1902.

El Conejo Pedro también apareció en “El cuento del conejito Benjamín” (The Tale of the Benjamin Bunny), “El cuento de los conejitos Flopsie” (The Tale of the Flopsie Bunnies) y “El cuento del Sr. Tod” (The Tale of Mr Tod). Si llega a encontrar estos cuatro cuentos, probablemente será uno de los coleccionistas de libros de niños más reconocidos.

Pero cada país tiene sus propios autores y editoriales, por lo que sería imposible hacer una certera clasificación global de los libros más buscados. En todo caso, usted debe ser el mejor juez de su colección, utilizando como parámetro… sus propias emociones y significaciones.



10 oct 2008

Vídeos para aprender en Internet

La Red se llena de contenidos audiovisuales que explican cómo realizar determinadas tareas

¿Cómo se hace un nudo de corbata? ¿Cuáles son los pasos de baile de la salsa? ¿Qué hay que hacer para que salga música de una guitarra? Explicar con palabras determinadas tareas no resulta sencillo. En esos casos, el vídeo se muestra como el mejor aliado, porque permite visualizar las diferentes acciones que se deben realizar, tal y como se puede ver en CONSUMER EROSKI. Los usuarios de Internet contribuyen con sus grabaciones caseras a enseñar sus conocimientos, al igual que empresas especializadas realizan contenidos de una manera más profesional. Unos y otras los distribuyen en sitios como YouTube o en sus propias web, y proporcionan una valiosa ayuda para todas aquellas personas con ganas de aprender.

El hombre que lee diccionarios

Shea dedicó entre 8 y 10 horas diarias a leer el diccionario de Oxford.

Ammon Shea se pasó un año leyendo el diccionario de inglés Oxford -20 volúmenes, 21.370 páginas y 59 millones de palabras- y considera que leer un diccionario es tan enriquecedor como leer una novela. ¿Por qué? Prepararse para hablar con un hombre que lee diccionarios para divertirse despierta un complejo de inseguridad por el propio vocabulario y temores de que cualquier palabra que él pronuncie sonará como una dolorosa condición médica. Pero gracias al hecho de que Ammon Shea cree que las palabras largas no hace más que obstaculizar las conversaciones, no hay necesidad de consultar ningún diccionario cuando explica su excéntrico hobby. "No estoy en contra del uso de palabras largas, elaboradas o crípticas per se. Obviamente, las amo, pero me resisto a usarlas sólo por usarlas". "Uno usa las palabras como herramientas para comunicarse con personas y por eso no tiene sentido usar, intencionalmente, una palabra que nadie más conoce", afirma Shea. "Everest" Shea, un ex empleado de una empresa de mudanzas de Nueva York, pasó 12 meses conquistando lo que él describe como el Everest de los diccionarios, el Oxford English Dictionary (OED), abriéndose camino entre los 20 volúmenes que pesan un total de 62,14 kilogramos.

Para una isla desierta, uno elegiría un diccionario en lugar de leer la más grande obra literaria imaginable ya que, en relación con sus lectores, un diccionario es absolutamente pasivo y puede ser leído legítimamente en una manera infinita de formas

WH Auden

En el proceso, devoró palabras durante ocho y diez horas diarias, lo que le causó dolores de cabeza, daños a la vista y heridas en su espalda y cuello. Entonces, ¿por qué hacerlo? "Siempre he disfrutado de leer diccionarios y son mucho más interesantes de lo que la gente cree. Y creo que todo lo que uno encuentra en un gran libro lo puede encontrar en un diccionario, excepto por el argumento", explica. "Todas los sentimientos normales -dolor, felicidad, pérdida- existen en un diccionario pero no necesariamente en el orden que uno espera". Algunas palabras complejas, sin embargo, son menos útiles que otras. "No es fácil usarlas en una conversación y por eso las disfruto por sí mismas. Son como poemas de una palabra". Confusión Pasar páginas y páginas de palabras poco conocidas en el inglés común le hacía sentir a Shea que estaba leyendo otro idioma. Esto, a veces, era lo desanimaba, aunque también le fascinaba, porque le demostraba la riqueza del idioma inglés.

Los fanáticos del Scrabble y de los crucigramas también leen diccionarios.

Lo curioso es que absorber tanta información le hizo perder el control sobre su vocabulario normal. Por ejemplo, Shea recuerda el momento en el que le encantó leer la definición de la palabra "glove" (guante) antes de darse cuenta que era una palabra que ya conocía. "Eso pasaba a menudo. Creo que me dio un enorme vocabulario inútil y en el corto plazo perdí mi vocabulario normal. A veces iba de compras y me olvidaba de la palabra 'milk' (leche)... Sólo podía pensar en la cosa blanca, fría". Otros Shea no está solo en su amor por los diccionarios. El poeta y dramaturgo estadounidense W.H. Auden se entusiasmó con ellos y también hay fanáticos de los diccionarios entre los jugadores de Scrabble y las personas que hacen crucigramas, dice Elaine Higgleton, directora editorial de Collins Dictionaries.
Un estudiante en Irak estaba intentando aprender inglés y se sentó a leer todas las palabras del diccionario, comenzando por la A y avanzando por el resto del libro

Elaine Higgleton, directora editorial de Collins Dictionaries

"Hay mucha gente interesada (...) Un estudiante en Irak estaba intentando aprender inglés y se sentó a memorizar todas las palabras del diccionario, comenzando por la A y avanzando por el resto del libro". "Quizás no es la mejor manera de aprender inglés, porque uno aprendería mucha más palabras de las necesarias". Los diccionarios, además, son una muy buena fuente de aprendizaje sobre el origen griego y latino del idioma inglés, añade Higgleton. Pero para alguien que lee diccionarios todo el día, ¿cuánto de esos millones de definiciones han quedado en su cabeza? Cuando se le pregunta por la definición de 10 palabras bastante complicadas elegidas al azar, Shea responde correctamente en cinco casos. Esa es una proporción de éxito mucho mayor de lo que muchos otros anglohablantes lograrían después de leer 59 millones de palabras. Tom Geoghegan
BBC

La lectura y su efecto terapéutico

por Ps. Cecilia Saint Girons*


La lectura puede ser crucial en etapas de la vida en las que debemos reconstruirnos. Cuando fuimos golpeados por una enfermedad, accidente o por una pena de amor, cuando hemos perdido nuestro empleo, cuando atravesamos una depresión o crisis psíquica. Todas esas pruebas que conforman nuestro destino, todas esas cosas que afectan negativamente la representación que tenemos de nosotros mismos y del sentido de nuestra vida”.
Tal es el testimonio de Michèle Petit, antropóloga francesa, célebre por sus investigaciones sobre los beneficios de la lectura en situaciones de crisis. “En la lectura”, insiste, “hay otra cosa más allá del placer, que depende de un trabajo psíquico. Esto nos permite volver a encontrar un vínculo con aquello que nos constituye, que nos da lugar, que nos da vida”.
Poemas, novelas románticas, best-sellers, cuentos. Leer implica sumergirse en otro mundo, entrar en un estado de ensoñación y fantasía, en un espacio que aleja al lector de la estrechez, la soledad y la rutina.
Esta vivencia es especialmente importante para quienes ven sus hábitos interrumpidos por la aparición de una enfermedad y deben permanecer recluidos durante un tiempo. En la habitación de un hospital, las horas se miden en revisiones y análisis, y muchos pacientes caen en profundas depresiones. Sin embargo, en distintos lugares del mundo, esfuerzos individuales de médicos, familiares y voluntarios levantan el ánimo del enfermo mediante un recurso tan sencillo como antiguo: una buena historia.

La literapia
En la Argentina y en España, esta iniciativa ha logrado plasmarse en un proyecto organizado, con un marco teórico y objetivos concretos. En el caso español, el Hospital Policlínico La Rosaleda, situado en Santiago de Compostela, desarrolla un programa llamado literapia. Según su definición, consiste en el empleo de la lectura y la escritura para aliviar el sufrimiento generado por la enfermedad, mejorando la calidad de vida y readaptación del paciente.
El motor de esta idea fueron las inquietudes de un grupo de profesionales procedentes del ámbito de la Literatura, Medicina, Ciencias de la Educación y Periodismo. Entre ellos se encuentran la Dra. Angela Torres Iglesias, psiquiatra, y el farmacólogo Dr. Manuel Freire-Garabal Núñez, ambos profesores de la Universidad de Santiago de Compostela. “La iniciativa comenzó a implantarse en el 2007”, explican. “Tras establecer un marco conceptual sólido, comenzamos a aplicar el proyecto piloto en pacientes infantiles con distintas patologías y en adolescentes con trastornos de la conducta alimentaria. Hoy tenemos diseñado un protocolo para desarrollar en pacientes adultos de La Rosaleda que están en tratamiento con diálisis debido a una enfermedad renal crónica. Este protocolo también se realizará en pacientes con cáncer de otros hospitales”.
Para los especialistas de La Rosaleda, lo más interesante de la literapia es la búsqueda conjunta que médicos y literatos emprenden para seleccionar textos, monitorear su lectura y, finalmente, valorar sus resultados en la recuperación del paciente. Ellos insisten en la enorme importancia de la lectura como proceso en el que intervienen todas las facultades del que lee. Así, éste

... (sigue)

http://ciba.blogia.com/

Pablo Neruda : recepción del Premio Nobel de Literatura

Discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura 1971

Mi discurso será una larga travesía, un viaje mío por regiones, lejanas y antípodas, no por eso menos semejantes al paisaje y a las soledades del norte. Hablo del extremo sur de mi país. Tanto y tanto nos alejamos los chilenos hasta tocar con nuestros limites el Polo Sur, que nos parecemos a la geografía de Suecia, que roza con su cabeza el norte nevado del planeta.

Texto completo con audio en: http://www.abacq.net/imagineria/discur1.htm

La soledad de América Latina

[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 -Texto completo]

Gabriel García Márquez
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretació n de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.