ESOS SERES EXTRAÑOS: Tan extraños son esos seres que algunas personas creen que pertenecen al reino de las cosas. Sé que no es tu caso: shhhh! Ambos sabemos el secreto: ESTÁN VIVOS! Lo sabemos desde que éramos niños: los amamos como amábamos a nuestro perro a nuestro gato, pues pertenecen algo así como a un inter-reino. Vienen rellenos de todo lo que un ser vivo viene: sangre, pasiones, ideas, sentires, recuerdos, anhelos... Como los caballos, los elefantes y los delfines, tiene lomo: uno coloca allí el índice y el pulgar, y, si presta atención, casi puede sentirlos latir. Como los árboles, también tienen hojas, perennes y suaves. Tan vivos están que en distintas épocas de la Humanidad (y no hace mucho!) se los consideró más peligrosos que a las serpientes, por lo cual se los reunió en lugares apartados para descuartizarlos y quemarlos. Pero son seres tan increíbles que, ayudados por los humanos, RESUCITAN; y lo hacen con más vigor que antes! Sí, claro: estoy hablando de los LIBROS. De quiénes, si no?
Abrir un libro de pura raza es un acto a considerar: una vez que sus palabras ingresen por tus ojos, tienen el poder de re-tejer tu cerebro, de manera tal que cuando termines de leerlo éste ya no vuelva a ser el mismo: las neuronas se enterarán de los asuntos del libro y se pasarán la información (como en un pueblo de boca en boca, lo harán de filamento a filamento); se segregarán sustancias para llevar las noticias, y todo el cerebro se volverá como una usina en movimiento. Es más: muchos cerebros ya viejos y muy usados se mantienen frescos y lozanos gracias a este tráfico de palabras vivas (porque un libro vivo segrega palabras vivas; pero, claro, solamente estarán vivas si quien las lee está realmente vivo a su vez!).
Por qué amaríamos los libros si no fuera porque están vivos? Por qué los extrañamos cuando los perdemos o cuando los prestamos y no regresan a nuestras manos? (A veces durante años duelamos su ausencia!) Así como nuestro cuerpo está hecho de lo que hemos comido, buena parte de nuestro cerebro está fabricada con lo que hemos elegido leer. Y tal vez parte de lo invisible (lo que no es cerebro, lo que no morirá) también quede impregnada por el perfume de los libros que la tocaron, y así los libros se vayan con nosotros aún después de dejar el cuerpo...
Benditos los libros que traen claridad, compañía, consuelo, alegría, asombro, ideas nuevas... ¿Quiénes hubiéramos sido sin ciertos libros que nos tejieron? Y benditos los libros que nos incitan con ternura, -palmeando luego ellos nuestro propio lomo-, a que cumplamos en medio de la vida con LA OTRA PARTE de la historia: ser también nosotros libros, en lugar de leer.
Hoy es el Día Internacional del Libro. Un abrazo a quienes los aman, a quienes con esfuerzo los producen, a quienes fundan bibliotecas y las sostienen, a quienes escriben lo que vale la pena, a quienes los prestan (sin certera esperanza de que se los devuelvan!), a quienes los devuelven (para sorpresa de quienes se los han prestado!), a quienes los dejan en las plazas y los trenes para que, alguna vez, alguien los encuentre. A quienes saben que los libros ESTÁN VIVOS.
© Virginia Gawel
1 comentario:
¡fetichista no fechitista!
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