Hace poco hablábamos de diversos usos poco convencionales que podían darse a los libros. Uno de los ejemplos fue el reciclaje del libro como obra de arte (recientemente he encontrado otro ejemplo espléndido de esta faceta artística, en manos del escultor de libros Guy Laramee). En esta misma línea, en un blog de diseño se publicó recientemente un artículo sobre cómo convertir libros no deseados en tarjetas postales, dándoles así una nueva vida. Podéis encontrar el artículo en concreto en la web Apartment Therapy, una página enfocada al diseño de interiores y a la creatividad. Lo que me llamó realmente la atención del artículo, y lo que su autor probablemente no se esperaba, fue laavalancha de comentarios negativos respecto a su idea. Para muchos, la idea de destruir un libro, aunque sea para reciclarlo de una manera tan original, era inconcebible. Muchos de vosotros expresasteis también sorpresa en mi artículo de Lecturalia sobre la marginalia, o la costumbre de escribir (¡sí, incluso con bolígrafo!) en los márgenes de los libros.
El debate que se generó al hilo del artículo de Marginalia fue interesante, más que nada porque todos expresaban puntos de vista válidos: por un lado, había quien consideraba que escribir en un libro era mancillarlo y estropearlo, por otro había quien pensaba que enriquecía el contenido y la propia lectura de la obra. Imaginad que aplicásemos el mismo debate al hecho, ya no de escribir en los márgenes de los libros, sino detransformarlos completamente, ya sea para crear una obra artística, ya sea para darle una vida nueva como proyecto rudimentario, como en el caso de las tarjetas postales. Por un lado, parece un crimen estropear de esta manera un libro, pero por otro… ¿qué hay de la cantidad de libros que todos los años se convierten en pulpa, se queman, o acaban en los vertederos? ¿No se merecen, acaso, la bondad de una nueva vida? A la hora de destruir un libro para concederle un nuevo uso, nadie implica que debamos romper a tiras una obra favorita o un ejemplar valioso. ¿A cuántas personas conocéis que en vez de regalar o donar sus libros sobrantes simplemente los tira a la basura? Muchas bibliotecas, editoriales y librerías se quejan de acabar con almacenes llenos de libros que ya han agotado su vida útil, y el simple hecho de buscar a quién revender estos libros, o a quién y cómo donarlos, es un proceso con frecuencia muy frustrante. Por otro lado, todos tenemos algún libro que consideramos de valor nulo, algún superventas de baja calidad que no encontrará nunca una salida a su estado inamovible de decoración de estantería.
¿Qué opináis vosotros? ¿Merece la pena destruir un libro si de éste nacerá algo bello o útil? ¿O consideráis que todo libro es sagrado y debe conservarse? ¿Qué ideas se os ocurren para reutilizar esas obras que ya no caben en vuestras estanterías? Como siempre, esperamos vuestras respuestas en los comentarios.
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